Envejecimiento, células, daño, ADN, cáncer
En el ámbito de la biología, la senescencia abarca el envejecimiento de las células hasta que dejan de dividirse, pero no mueren.
Por lo tanto, la senescencia celular se refiere a un estado estable de detención del ciclo celular en el que las células en proliferación se vuelven resistentes a los estímulos que promueven el crecimiento, típicamente en respuesta al daño del ADN.
Las células senescentes son distintas de las células inactivas que pueden volver a entrar en el ciclo celular y de las células diferenciadas terminalmente.
Las células senescentes suelen tener un tamaño agrandado y una forma aplanada en comparación con sus contrapartes de células en división. Las células senescentes muestran una gran vacuolización y, a veces, son multinucleadas.
Varias evidencias sugieren que la respuesta senescente evolucionó para suprimir la tumorigénesis, actuando como mecanismo de seguridad para prevenir la proliferación de células con riesgo de sufrir transformaciones neoplásicas. De acuerdo con esto, las células normales sufren el arresto senescente cuando se enfrentan a diferentes estímulos capaces de inducir o promover transformaciones neoplásicas. Estos estímulos incluyen a telómeros cuya función ha sido afectada, algunos tipos y niveles de daño al ADN, perturbación en la estructura de la cromatina y ciertas señales mutagénicas transductoras de oncogenes como RAS mutado.
El papel biológico de la senescencia es complejo ya que se han descrito efectos tanto protectores como deletéreos de las células senescentes, que dependen en gran medida del contexto fisiológico. Por ejemplo, aunque la senescencia probablemente ha evolucionado como un mecanismo para evitar la transformación maligna de las células dañadas, la aparición de la senescencia puede contribuir a muchas patologías asociadas a la edad, como el cáncer, la degeneración tisular y las enfermedades inflamatorias.
La senescencia celular se ha implicado en el envejecimiento. Debido a que las células senescentes son incapaces de autorrenovarse, se ha propuesto que estas células podrían contribuir a fenotipos de envejecimiento como el fallo inmunológico, pobre cicatrización, atrofia de la piel, disminución de la función gastrointestinal, etc.
De mayor relevancia quizás para el envejecimiento es el hecho ya reconocido de que la respuesta senescente también resulta en cambios en la morfología y funcionalidad de la célula. Debido a la senescencia, algunos tipos celulares resisten ciertas señales apoptóticas. Esto puede explicar por qué las células senescentes se acumulan en los tejidos con la edad.
Los cambios funcionales asociados con la senescencia celular sugieren un mecanismo adicional por el cual este proceso puede contribuir al envejecimiento. Debido a que las células senescentes, funcionalmente afectadas se acumulan in vivo, sus fenotipos secretores pueden provocar afectaciones en el entorno tisular local.
Esto pudiera explicar la pérdida de la integridad tisular y funcionalidad durante el envejecimiento. Además, esto podría iniciar o promover ciertas enfermedades asociadas a la vejez. Así por ejemplo, se ha propuesto que la ateroesclerosis puede ser iniciada por las secreciones producidas por células endoteliales senescentes.
Por eso, es conveniente eliminar las células senescentes para que no se acumulen en el organismo.
Actualmente se están probando fármacos senolíticos en humanos en ensayos clínicos para el tratamiento de la osteoartritis y la enfermedad renal crónica.
La fisetina y quercetina son suplementos senolíticos del grupo de los flavonoides que se están investigando para la mejora de enfermedades como la osteoporosis y enfermedad cardiovascular.