Las Especies Reactivas del Oxígeno (ROS, según las siglas en inglés de reactive oxygen species ), son el conjunto de radicales libres que se producen tras algunas reacciones bioquímicas en los seres vivos. En concreto, tras el metabolismo del oxígeno.
Están formadas por iones de oxígeno, superóxidos, peróxidos de hidrógeno y radical hidroxilo.
Son moléculas muy reactivas ya que tienen un electrón libre o sin pareja.
Todos los seres vivos necesitan oxígeno para vivir, pero en su metabolismo pueden producirse moléculas que tienen un electrón despareado en su órbita, el cual se vuelve muy reactivo al no tener pareja.
La fuente principal de ROS son las mitocondrias.
Esto las hace muy reactivas y capaces de interactuar con una variedad de moléculas en las células, incluyendo proteínas, lípidos (grasas) y ácidos nucleicos (ADN y ARN).
Algunos ejemplos comunes de ROS incluyen:
- Radicales libres de oxígeno: estos son átomos de oxígeno con electrones desapareados en su órbita externa. Algunos ejemplos son el superóxido (O2-), el peróxido de hidrógeno (H2O2) y el radical hidroxilo (•OH).
- Oxígeno singlete: es una forma excitada de oxígeno que es altamente reactivo y puede dañar las moléculas cercanas.
- Peroxinitrito: formado por la combinación del óxido nítrico y el superóxido, es un ROS muy reactivo y dañino.
Estas especies reactivas del oxígeno se forman como subproductos naturales del metabolismo celular normal, especialmente en las mitocondrias, que son las "fábricas de energía" de la célula. Además, también pueden ser producidas en respuesta a factores externos, como la radiación ultravioleta, la contaminación, el tabaco, el estrés y la inflamación.
Cuando están en niveles normales, sirven para ayudar a la señalización celular. Es decir, funcionan como “mensajeros” que llevan mensajes de una parte a otra de la célula, o entre distintas células del cuerpo. Por ejemplo, pueden desempeñar un papel en la transducción de señales para el crecimiento celular, la diferenciación y la apoptosis (muerte celular programada).
Las ROS juegan un papel crucial en la defensa del cuerpo contra patógenos invasores, como bacterias y virus. Los glóbulos blancos, como los macrófagos y los neutrófilos, producen ROS como parte de su mecanismo para destruir microorganismos.
Durante el proceso de fagocitosis, las células inmunitarias utilizan ROS para destruir y digerir bacterias y otros materiales extraños que han sido capturados.
En ciertos contextos, las ROS pueden regular la homeostasis celular, incluida la modulación de la respuesta de estrés celular y la adaptación a condiciones ambientales cambiantes.
Algunas enzimas que están involucradas en la producción de energía en las mitocondrias, como la cadena de transporte de electrones, también generan ROS como subproductos normales. Esto sugiere que las ROS pueden ser un subproducto natural del metabolismo celular.
Las ROS pueden participar en la señalización y modulación de la respuesta inflamatoria del cuerpo a lesiones o infecciones.
Niveles adecuados de ROS y de compuestos reductores permiten que las proteínas se “enciendan” o “apaguen” según el organismo lo necesita para cumplir sus funciones.
Pero si sus niveles aumentan por encima de lo normal, provocan estrés oxidativo, el cual daña el ADN, el ARN y las proteínas de las células, aumentando el riesgo de enfermedades y problemas.
Los antioxidantes ayudan a combatir las ROS, evitando que provoquen daños, pero, a medida que envejecemos, los antioxidantes disminuyen, haciendo que las ROS aumenten y causen daños que aceleran el proceso de envejecimiento.