La alanina (Ala o A) es uno de los aminoácidos que forman las proteínas de los seres vivos y, más concretamente, el segundo aminoácido más pequeño después de la glicina. La alanina es codificada por los codones GCU, GCC, GCA y GCG y se clasifica como hidrofóbico.
Existe en dos distintos enantiómeros L-alanina y D-alanina. La L-alanina es uno de los 20 aminoácidos más ampliamente usados en biosíntesis de proteína, detrás de la leucina; y la D-alanina, por su parte, está en las paredes celulares bacteriales y en algunos péptidos antibióticos. Se encuentra tanto en el interior como en el exterior de las proteínas globulares.
¿Cómo se estructura la alanina?
La molécula de la alanina está formada por un átomo de carbono central al que se unen un radical carboxilo (COOH) y un radical amino (NH2). Posee un radical metil que sustituye un átomo de hidrógeno lo que lo diferencia de la glicina.
Esta, además, es una sustancia ópticamente activa ya que los cuatro radicales que se unen al átomo central de carbono son diferentes. Existen dos isómeros de alanina L-alanina y D-alanina (de tipo L).
Aplicaciones de la alanina
La alanina se aporta en forma de complemento para garantizar la disponibilidad del aminoácido para la síntesis proteica. Un aporte adecuado de alanina también favorece el equilibrio de la glucosa sanguínea para servir como fuente de energía para músculos, cerebro y sistema nervioso. Además, esta puede servir para mantener una salud adecuada de la próstata y detoxificación del organismo. Sin embargo, se debe tener en cuenta que las personas con enfermedad hepática o renal no deben ingerir grandes cantidades de aminoácidos.
La alanina es, por tanto, uno de los veinte aminoácidos que participan en la síntesis de proteínas y participa en el metabolismo de la glucosa para la producción de energía. Se trata, por tanto, de un aminoácido no esencial, aunque no por ello menos importante cuyas principales fuentes naturales son alimentos proteicos como carne de vacuno, pollo, pescado, huevos y lácteos. En los alimentos de origen vegetal se encuentra en la soja, judías, lentejas, guisantes, cacahuetes, habas y en menor medida en espárragos, espinacas, semillas de sandía, semillas de calabaza, semillas de girasol, coliflor, cacahuetes y maíz.
Su carencia puede ocasionar una serie de trastornos en el organismo, como problemas prostáticos, predisposición a las infecciones, alteraciones de la glucosa, así como debilidad muscular, alteraciones nerviosas y falta de concentración.
Al tratarse, además, de un aminoácido no esencial, es decir, que el organismo no es capaz de sintetizarlo a partir de otros aminoácidos o compuestos celulares mediante reacciones enzimáticas, no debemos olvidarnos de que para mantener la salud es necesario aportar como mínimo los requerimientos mínimos de proteína establecidos en 0.8 g/kg/día, que en el caso de deportistas se ven incrementados a 1,6 g/kg/día en deportes de resistencia y hasta 2 g/kg/día en deportes de fuerza y culturistas.