Insuficiencia renal crónica
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¿Qué es?
La insuficiencia renal crónica (IRC) es una condición médica en la que los riñones pierden gradualmente su capacidad para funcionar correctamente. Los riñones desempeñan un papel crucial en el cuerpo al filtrar desechos y exceso de líquidos de la sangre, que luego se excretan en la orina. Cuando los riñones no pueden realizar esta función de manera eficiente, las toxinas y los líquidos se acumulan en el cuerpo, lo que puede causar serios problemas de salud.
Fases de la insuficiencia renal crónica:
La IRC se clasifica en cinco etapas, que dependen de la tasa de filtración glomerular (TFG), una medida de qué tan bien están funcionando los riñones:
• Etapa 1: Daño renal leve con una TFG normal (90 ml/min o más).
• Etapa 2: Daño renal leve con una leve disminución de la TFG (60-89 ml/min).
• Etapa 3: Disminución moderada de la TFG (30-59 ml/min).
• Etapa 4: Disminución severa de la TFG (15-29 ml/min).
• Etapa 5 (Enfermedad Renal Terminal): Falla renal, con una TFG inferior a 15 ml/min, lo que a menudo requiere diálisis o trasplante de riñón.
Síntomas
En las primeras etapas, la IRC puede ser asintomática o presentar síntomas muy leves. Sin embargo, a medida que la función renal disminuye, pueden aparecer:
• Fatiga extrema.
• Sensación de malestar.
• Hinchazón en piernas y tobillos (edema).
• Dificultad para respirar.
• Pérdida de apetito.
• Cambios en la micción (aumento o disminución).
• Confusión o dificultad para concentrarse.
• Prurito y sequedad de la piel.
• Pérdida de peso.
• Náuseas.
• Espasmos y calambres musculares.
Causas
- Diabetes mellitus (tipo 1 y 2): es la principal causa de IRC. Los niveles altos de glucosa en la sangre pueden dañar los vasos sanguíneos pequeños de los riñones, lo que afecta su capacidad para filtrar la sangre.
- Hipertensión arterial: la presión arterial alta puede dañar los vasos sanguíneos de los riñones, lo que provoca un deterioro progresivo de su función. La hipertensión no controlada es una de las causas más comunes de IRC.
- Glomerulonefritis: es la inflamación de los glomérulos, las unidades de filtración de los riñones. Esta inflamación puede ser provocada por infecciones, enfermedades autoinmunes o una respuesta inmunitaria anormal.
- Enfermedad renal poliquística: es una enfermedad genética en la que se desarrollan quistes en los riñones, lo que interfiere con su funcionamiento y puede llevar a la insuficiencia renal.
- Infecciones recurrentes o prolongadas del tracto urinario: las infecciones renales (pielonefritis) recurrentes pueden dañar el tejido renal con el tiempo.
- Nefropatía obstructiva: bloqueos en el flujo de orina, como los causados por piedras en los riñones, agrandamiento de la próstata o tumores, pueden dañar los riñones al aumentar la presión dentro de ellos.
- Uso prolongado de medicamentos nefrotóxicos: el uso excesivo o prolongado de ciertos medicamentos, como antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) o ciertos antibióticos, puede dañar los riñones.
- Lupus eritematoso sistémico: esta enfermedad autoinmune puede afectar múltiples órganos, incluidos los riñones, provocando nefritis lúpica, una inflamación que puede llevar a insuficiencia renal.
- Otras enfermedades sistémicas: afecciones como el VIH/SIDA, la hepatitis B o C y el mieloma múltiple también pueden contribuir al desarrollo de IRC.
Factores de riesgo
- Edad avanzada: el envejecimiento está asociado con una disminución natural en la función renal. Las personas mayores tienen un mayor riesgo de desarrollar IRC.
- Antecedentes familiares de enfermedad renal: tener familiares con enfermedad renal, especialmente enfermedades hereditarias como la enfermedad poliquística, aumenta el riesgo de desarrollar IRC.
- Enfermedades cardiovasculares: las personas con enfermedades del corazón o antecedentes de accidentes cerebrovasculares tienen un riesgo mayor de desarrollar insuficiencia renal.
- Tabaquismo: fumar daña los vasos sanguíneos, lo que puede empeorar las enfermedades que afectan la función renal, como la hipertensión y la diabetes.
- Obesidad: el exceso de peso aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes tipo 2 y la hipertensión, que son las principales causas de IRC.
- Consumo excesivo de alcohol: el abuso de alcohol puede causar daño hepático y cardíaco, lo que a su vez puede afectar a los riñones.
- Inactividad física: la falta de ejercicio puede contribuir a condiciones como la obesidad y la diabetes, aumentando el riesgo de desarrollar problemas renales.
- Dieta alta en sal y grasas: el consumo excesivo de sodio y grasas saturadas está relacionado con la hipertensión y el deterioro de la función renal.
Complicaciones
1. Acumulación de líquidos (edema). La disminución de la función renal provoca una acumulación de líquidos en el cuerpo, lo que puede causar hinchazón en las piernas, tobillos y manos. En casos graves, esta acumulación puede afectar los pulmones, provocando edema pulmonar, lo que genera dificultades respiratorias.
2. Hipertensión arterial. La hipertensión es tanto una causa como una consecuencia de la IRC. Cuando los riñones no pueden regular adecuadamente el equilibrio de líquidos y sodio, puede aumentar la presión arterial, lo que a su vez puede dañar aún más los riñones y el sistema cardiovascular, creando un círculo vicioso.
3. Anemia. Los riñones producen eritropoyetina, una hormona que estimula la producción de glóbulos rojos. Con la IRC, la producción de esta hormona disminuye, lo que resulta en anemia. Los síntomas de la anemia incluyen fatiga, debilidad y dificultad para concentrarse.
4. Desequilibrio de electrolitos. Los riñones regulan los niveles de electrolitos como el sodio, el potasio y el calcio en el cuerpo. En la IRC, este equilibrio se altera causando hiperpotasemia, hipocalcemia e hiperfosfatemia.
5. Enfermedad ósea (osteodistrofia renal). Los riñones son fundamentales para mantener el equilibrio de calcio y fósforo en el cuerpo. En la IRC, este equilibrio se altera, lo que conduce a la desmineralización ósea. Como resultado, los huesos se vuelven frágiles y propensos a fracturas. Esta afección también está relacionada con un exceso de hormona paratiroidea (hiperparatiroidismo secundario).
6. Enfermedades cardiovasculares. Las personas con IRC tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar problemas cardiovasculares, como insuficiencia cardíaca, infarto de miocardio y accidentes cerebrovasculares. La combinación de hipertensión, acumulación de líquidos y desequilibrios electrolíticos contribuye a este riesgo.
7. Daño neurológico. La acumulación de toxinas en la sangre (uremia) puede afectar el sistema nervioso, provocando neuropatía periférica (entumecimiento o dolor en las extremidades) y encefalopatía (confusión mental, convulsiones y, en casos graves, coma).
8. Pericarditis urémica. Esta es una inflamación del pericardio (la membrana que rodea el corazón) causada por la acumulación de productos de desecho en la sangre. Puede producir dolor torácico y en algunos casos, complicaciones más serias, como taponamiento cardíaco, una afección potencialmente mortal.
9. Desnutrición y pérdida de peso. A medida que la IRC progresa, las personas pueden experimentar una pérdida de apetito, náuseas y vómitos debido a la acumulación de toxinas. Esto puede llevar a desnutrición y pérdida de peso, lo que empeora el estado general de salud y disminuye la capacidad del cuerpo para combatir infecciones.
10. Enfermedad renal terminal (ERT). La etapa final de la insuficiencia renal crónica es la enfermedad renal terminal, en la que los riñones ya no pueden mantener las funciones vitales del cuerpo. En este punto, el paciente requiere diálisis o un trasplante de riñón para sobrevivir.
11. Alteraciones en el sistema inmunológico. La IRC puede debilitar el sistema inmunológico, lo que hace que las personas sean más susceptibles a las infecciones, como infecciones del tracto urinario o neumonía.
12. Complicaciones digestivas. El exceso de toxinas y productos de desecho en la sangre puede causar náuseas, vómitos, mal aliento (aliento urémico) y alteraciones del gusto. También es común la aparición de úlceras en el tracto gastrointestinal, lo que puede generar sangrado interno.
13. Problemas de fertilidad y disfunción sexual. En hombres, la IRC puede causar disfunción eréctil y disminución del deseo sexual. En mujeres, puede afectar el ciclo menstrual y la capacidad para concebir. Esto se debe en parte a los cambios hormonales y a la mala salud general que acompaña a la insuficiencia renal avanzada.
14. Problemas cutáneos. La uremia también puede afectar la piel, causando sequedad, picazón intensa (prurito urémico) y cambios en la coloración de la piel. La acumulación de toxinas afecta el metabolismo y la circulación de la piel.
15. Depresión y trastornos emocionales. Las personas con insuficiencia renal crónica pueden experimentar depresión, ansiedad y problemas emocionales debido al impacto de la enfermedad en su calidad de vida. Los tratamientos como la diálisis y las limitaciones dietéticas también contribuyen a la carga emocional.
16. Aumento del riesgo de sangrado. La uremia puede afectar la capacidad de coagulación de la sangre, lo que aumenta el riesgo de hemorragias o moretones. La disfunción plaquetaria asociada con la IRC es responsable de este fenómeno.
Prevención
La insuficiencia renal crónica (IRC) se puede prevenir, especialmente si se identifican y manejan de manera temprana las condiciones que aumentan el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Aunque algunas causas de IRC, como las enfermedades hereditarias (por ejemplo, la enfermedad renal poliquística), no se pueden prevenir, muchas de las causas más comunes, como la diabetes y la hipertensión, pueden controlarse para reducir el riesgo de daño renal a largo plazo.
- Controlar la diabetes. La diabetes mellitus es la principal causa de insuficiencia renal crónica. Mantener los niveles de glucosa en sangre bajo control es crucial para prevenir el daño renal.
- Controlar la hipertensión arterial. La hipertensión es una causa importante de IRC y, a su vez, puede agravarse cuando ya existe daño renal.
- Mantener la presión arterial en niveles normales (idealmente por debajo de 130/80 mmHg) puede prevenir el daño progresivo de los riñones.
- Adoptar una dieta saludable. Seguir una dieta baja en sal (sodio) y moderada en proteínas puede ayudar a proteger los riñones. El exceso de sal aumenta la presión arterial, mientras que una alta ingesta de proteínas puede aumentar la carga de trabajo de los riñones. Además, una dieta rica en frutas, verduras y alimentos integrales, con un bajo contenido en grasas saturadas, ayuda a mantener un peso saludable, lo cual reduce el riesgo de desarrollar diabetes y presión arterial alta.
- Mantener un peso saludable. La obesidad está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión, que son factores de riesgo para la IRC.
- Hacer ejercicio regularmente. La actividad física regular (al menos 30 minutos la mayoría de los días de la semana) ayuda a controlar el peso, reducir la presión arterial y mejorar el control de la glucosa en sangre, lo que reduce el riesgo de insuficiencia renal.
- Evitar el uso excesivo de medicamentos nefrotóxicos. El uso prolongado o excesivo de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), como el ibuprofeno o el naproxeno, puede dañar los riñones. Se recomienda evitar el uso crónico de estos medicamentos, especialmente en personas con factores de riesgo de daño renal. También es importante tener precaución con ciertos antibióticos y otros medicamentos que pueden ser tóxicos para los riñones.
- No fumar. El tabaquismo daña los vasos sanguíneos, lo que puede afectar tanto la función cardíaca como la renal. Fumar también aumenta el riesgo de desarrollar hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares, ambas relacionadas con la IRC.
- Limitar el consumo de alcohol. El consumo excesivo de alcohol puede aumentar la presión arterial y contribuir al daño renal. Moderar el consumo de alcohol (no más de una bebida al día para las mujeres y dos para los hombres) es recomendable para proteger la salud renal.
- Controlar los niveles de colesterol. El colesterol alto está relacionado con el daño de los vasos sanguíneos en los riñones, lo que puede empeorar la IRC. Mantener niveles saludables de colesterol mediante dieta, ejercicio y, si es necesario, medicamentos, puede ayudar a reducir el riesgo.
- Hidratación adecuada. Mantenerse bien hidratado es fundamental para la salud renal. El consumo adecuado de agua ayuda a los riñones a eliminar desechos y toxinas del cuerpo.
- Realizar controles médicos regulares. Las personas con factores de riesgo para la IRC (diabetes, hipertensión, antecedentes familiares de enfermedad renal, etc.) deben hacerse chequeos regulares para monitorear su función renal. Esto incluye análisis de sangre para medir los niveles de creatinina y estimar la tasa de filtración glomerular (TFG), así como análisis de orina para detectar proteínas.
- Prevenir infecciones del tracto urinario. Las infecciones renales recurrentes o mal tratadas pueden llevar a daño renal. Es importante tratar cualquier infección del tracto urinario de manera adecuada y prevenir su recurrencia con buenos hábitos de higiene y tratamiento oportuno.
- Evitar la automedicación. Muchas personas recurren a medicamentos de venta libre sin la recomendación de un médico, lo que puede ser peligroso para los riñones. Cualquier tratamiento, especialmente a largo plazo, debe ser consultado con un médico para asegurarse de que no afecte la salud renal.
Diagnóstico
El diagnóstico de la insuficiencia renal crónica (IRC) implica una serie de pruebas y evaluaciones para determinar la función renal y detectar signos de daño renal.
Se realizan análisis de sangre para comprobar los niveles de creatinina en sangre; la tasa de filtración glomerular (TFG) (una medida que estima la capacidad de los riñones para filtrar los desechos de la sangre); los niveles de urea en sangre (BUN); los niveles de electrolitos: y la hemoglobina.
También análisis de orina para comprobar si existe proteinuria (proteínas en la orina), microalbuminuria, pruebas de orina de 24 horas, análisis de sedimento urinario.
Y estudios de imagen para comprobar cómo están los riñones y la causa del problema, como ecografía renal, tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM).
En algunos casos hay que hacer una biopsia renal y, según sea necesario, pruebas adicionales como el nivel de paratohormona (PTH) o lípidos en sangre.
Tratamiento
El tratamiento de la insuficiencia renal crónica (IRC) tiene como objetivo principal ralentizar la progresión de la enfermedad, manejar las complicaciones y mejorar la calidad de vida del paciente. No hay cura para la IRC, pero con un enfoque adecuado se puede retrasar su avance y, en etapas avanzadas, tratar los síntomas mediante intervenciones más agresivas, como la diálisis o el trasplante de riñón.
Lo primero es introducir una serie de cambios en el estilo de vida que empiezan por una dieta controlada baja en proteínas para ayudar a reducir la acumulación de desechos en la sangre y aliviar la carga sobre los riñones. Sin embargo, la cantidad debe ser ajustada individualmente para evitar la desnutrición.
También hay que limitar la ingesta de sal (sodio) para manejar la hipertensión y reducir la retención de líquidos. Generalmente, se recomienda un consumo de menos de 2-2.3 gramos de sodio al día.
Los niveles elevados de potasio en la sangre (hiperpotasemia) pueden ser peligrosos, ya que afectan el ritmo cardíaco. Es importante limitar alimentos ricos en potasio, como plátanos, naranjas, patatas y tomates, en personas con niveles elevados de potasio.
Los niveles altos de fósforo en sangre pueden causar problemas óseos. Se recomienda limitar alimentos ricos en fósforo, como productos lácteos, carnes rojas y refrescos.
En pacientes con diabetes, es fundamental controlar los niveles de glucosa en sangre para prevenir un mayor daño renal.
La pérdida de peso, en caso de obesidad, puede ayudar a mejorar el control de la presión arterial y los niveles de glucosa, lo que protege los riñones.
El ejercicio regular ayuda a mejorar la salud cardiovascular, a controlar la presión arterial y a mejorar el control de la glucosa en sangre.
Fumar daña los vasos sanguíneos y acelera la progresión de la enfermedad renal. Dejar de fumar es crucial.
El consumo de alcohol debe ser moderado o evitado, ya que puede empeorar la presión arterial.
Mantener la presión arterial bajo control es esencial para ralentizar el avance de la IRC. El objetivo es mantenerla en menos de 130/80 mmHg, lo cual puede hacerse mediante medicamentos como inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) como enalapril o lisinopril o bloqueadores de los receptores de angiotensina II (BRA) como losartán o valsartán. Estos medicamentos no solo controlan la presión arterial, sino que también protegen los riñones al reducir la proteinuria (pérdida de proteínas en la orina).
Para los pacientes diabéticos, el control estricto de los niveles de glucosa en sangre es fundamental para prevenir o retardar el daño renal. La hemoglobina A1c debe mantenerse en niveles controlados (generalmente < 7%).
La anemia es común en la IRC debido a la disminución de la producción de eritropoyetina, una hormona que estimula la producción de glóbulos rojos. Se puede administrar eritropoyetina sintética (EPO) o suplementos de hierro si los niveles de hemoglobina son bajos. La transfusión de sangre es una opción en casos graves de anemia.
Si los niveles de potasio son altos, se pueden usar medicamentos como resinas de intercambio de potasio (por ejemplo, poliestireno sulfonato de sodio) para reducir sus niveles.
Se pueden recetar quelantes de fósforo (como carbonato de calcio o acetato de sevelamer) para reducir los niveles de fósforo y prevenir el daño óseo. Además, los suplementos de calcio y vitamina D pueden ayudar a mantener la salud ósea.
La insuficiencia renal crónica puede afectar el metabolismo del calcio y el fósforo, lo que provoca problemas óseos. Se prescriben suplementos de vitamina D activa (calcitriol) y se controlan los niveles de fósforo para prevenir la desmineralización de los huesos. Los quelantes de fósforo se usan para prevenir la absorción excesiva de fósforo en los intestinos.
En la IRC, los riñones no eliminan adecuadamente los ácidos del cuerpo, lo que puede causar acidosis metabólica. Se puede administrar bicarbonato de sodio para corregir este desequilibrio.
En las etapas avanzadas de la IRC (etapa 5, cuando la TFG cae por debajo de 15 ml/min), los riñones no pueden realizar sus funciones de manera adecuada, y es necesario comenzar con la diálisis. Existen dos tipos principales:
Hemodiálisis: se realiza utilizando una máquina que filtra la sangre fuera del cuerpo y elimina los desechos y el exceso de líquido.
Diálisis peritoneal: utiliza el revestimiento del abdomen (peritoneo) como filtro para limpiar la sangre a través de un líquido especial que se introduce en la cavidad abdominal y luego se drena.
Un trasplante de riñón es una opción para las personas con enfermedad renal en etapa terminal que son candidatos adecuados para la cirugía. Reemplazar el riñón dañado por uno saludable puede restaurar la función renal y mejorar significativamente la calidad de vida. El trasplante requiere la toma de medicación inmunosupresora de por vida para evitar el rechazo del órgano.
Fuentes