Un linfocito es un tipo de glóbulo blanco, por lo que forma parte del sistema inmunitario.
Se elabora en la médula ósea y se encuentra en la sangre y el tejido linfático.
Existen dos tipos de linfocitos: los linfocitos B y los linfocitos T. Los linfocitos B elaboran anticuerpos y los linfocitos T ayudan a destruir las células tumorales y a controlar las respuestas inmunitarias.
Valor normal entre 1000 y 4500/mL, que representa el 20 a 50% del recuento relativo, aunque depende un poco del laboratorio.
Los linfocitos normalmente están elevados cuando hay una infección, ya que el organismo produce más para combatir los patógenos causantes de la misma. La cantidad de linfocitos por encima de los valores normales recibe el nombre de linfocitosis y las causas principales son:
- Infecciones agudas como mononucleosis, poliomielitis, sarampión, rubéola, dengue o coqueluche
- Infecciones crónicas como tuberculosis o malaria
- Hepatitis viral
- Anemia perniciosa
- Intoxicación por benceno y metales pesados
- Diabetes
- Obesidad
- Alergia
- Embarazo
Mientras que los niveles debajo de los valores normales recibe el nombre de linfopenia y normalmente está relacionada con situaciones relacionadas con la médula ósea:
- anemia aplásica
- leucemia
- enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico (LES)
- VIH o SIDA
- terapia con medicamentos inmunosupresores
- radioterapia o quimioterapia
- enfermedades genéticas raras
- estrés metabólico
- infección por COVID-19
El tratamiento depende de la causa. Si es una infección, cuando esta se cure los linfocitos volverán a sus niveles normales. En casos de diabetes u obesidad, será necesario tratar ambas enfermedades. Si la causa es un tratamiento, al suspender este los valores volverán a la normalidad.