¿Si somos la cima de la evolución… por qué nuestros hábitos nos enferman?
El cuerpo humano es una maravilla de la “ingeniería biológica”, el resultado de millones de años de evolución que han dado forma a un organismo increíblemente complejo y eficiente. La evolución ha moldeado nuestro cuerpo para convertirlo en una "máquina perfecta", adaptada de manera óptima a su entorno y capaz de realizar funciones asombrosas. Pero como cualquier otro sistema, para que este funcione correctamente requiere una serie de insumos así como de tareas de mantenimiento de manera constante. Así, cuando el organismo no recibe estos “cuidados” termina funcionando mal y enfermando.
Índice
- La evolución como arquitecto
- ¿Qué es lo que nuestro organismo está esperando de nosotros… pero no le damos?
- Nutrición: El combustible de la vida
- El sueño: El restaurador silencioso
- Movimiento: Diseñados para la acción
- Exposición al sol y contacto con la naturaleza: Volviendo a nuestras raíces
- Conexiones sociales: El ser humano como animal social
- Estimulación cognitiva: Alimentando nuestro cerebro
- Gestión del estrés: Equilibrando nuestras respuestas primitivas
La evolución como arquitecto
La teoría de la evolución por selección natural, propuesta por Charles Darwin en 1859, nos proporciona el marco para entender cómo los organismos se han adaptado a lo largo del tiempo para sobrevivir y reproducirse en sus entornos específicos.
En el caso del ser humano, este proceso ha durado millones de años, dando forma a cada aspecto de nuestra anatomía y fisiología.
Desde nuestro cerebro altamente desarrollado hasta nuestro sistema inmunológico adaptativo, cada característica de nuestro cuerpo es el resultado de innumerables generaciones de selección natural.
Los individuos con rasgos que les otorgaban una ventaja en términos de supervivencia y reproducción tenían más probabilidades de pasar estos rasgos a sus descendientes, lo que llevó a la acumulación gradual de características beneficiosas a lo largo del tiempo.
Consideremos, por ejemplo, la mano humana. Con su pulgar oponible y dedos flexibles, es una herramienta increíblemente versátil que nos permite manipular objetos con una precisión que ningún otro animal puede igualar.
Esta capacidad fue crucial para nuestros antepasados, permitiéndoles fabricar y usar herramientas, lo que a su vez impulsó el desarrollo de nuestro cerebro.
Otro ejemplo fascinante es nuestro sistema cardiovascular. El corazón humano late incansablemente, bombeando sangre a través de aproximadamente 96.000 kilómetros de vasos sanguíneos, día tras día, año tras año. Esta increíble resistencia es el resultado de millones de años de refinamiento evolutivo.
Y a un nivel más básico, nuestro genoma contiene la información necesaria para construir y mantener nuestro cuerpo. Cada gen ha sido sometido al escrutinio de la selección natural, y aquellos que han persistido han demostrado su valor en términos de supervivencia y reproducción.
Este proceso evolutivo comenzó hace 5 millones de años con los primeros homínidos y continúa hasta la actualidad.
Y cada generación estaba adaptada al entorno donde se desarrollaba… hasta hace muy poco (al menos en comparación con los años que los seres humanos llevamos existiendo)… cuando nuestros ancestros empezaron a manipular paulatinamente su entorno a un ritmo cada vez más rápido, dando como resultado que nuestro organismo no ha tenido el tiempo suficiente para adaptarse a los cambios que nosotros mismos hemos creado en nuestro beneficio...
A modo de ejemplo, la agricultura y la ganadería se introdujeron hace 10.000 años, las primeras ciudades hace unos 7.000 años, las primeras redes de carreteras que facilitaban los desplazamientos hace unos 2.500 años y así podemos seguir señalando cambios que han tenido un mayor o menor impacto en nuestra salud.
Este proceso se ha ido acelerando conforme más personas poblamos el mundo, dando como resultado que:
- hace 145 años aparecieron las primeras bombillas eléctricas y con ellas empezamos a disrumpir nuestros ritmos circadianos
- hace menos de 100 años se introdujeron los primeros aceites vegetales industrializados a los que nuestro organismo no está adaptado
- hace menos de 50 años la familia extendida comenzó a desaparecer y nuestras relaciones sociales se han ido difuminando
- hace menos de 70 años y tras la II Guerra Mundial cambiaron los patrones de trabajo de actividades físicas y manuales a empleos en fábricas y oficinas al tiempo que se popularizó el transporte motorizado, trayendo consigo una creciente sedentarización
Sí, no he buscado estos ejemplos al azar ya que reflejan a la perfección cómo el mundo en el que vivimos hoy no es el mundo al que nuestros genes están adaptados, siendo esta la razón por la que se produce una gran paradoja en torno a la esperanza de vida y la salud.
Es innegable que gracias a los avances médicos cada vez vivimos más tiempo. Pero no es menos cierto que la mayoría de la población vive estos años de más sufriendo no pocas enfermedades crónicas no transmisibles que podrían ser evitadas si nuestro estilo de vida estuviera en línea con lo que nuestro organismo espera.
¿Qué es lo que nuestro organismo está esperando de nosotros… pero no le damos?
Como veíamos, nuestro organismo se ha desarrollado a lo largo del tiempo en un entorno determinado que nosotros hemos ido cambiando a una velocidad tal que ha impedido que pudiera ajustarse al mismo tiempo.
Esta es la razón por la que nuestros hábitos de vida actuales nos enferman de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, algunos cánceres, ciertas enfermedades autoinmunes, etc.
¿Esto significa que debemos abandonar todas las comodidades y avances actuales?
La respuesta es sencilla. No debemos abandonar las ventajas de la vida moderna, pero tenemos que encontrar las maneras de suministrar al cuerpo aquello que espera.
Y, aunque a veces no resulta del todo sencillo, es totalmente conseguible con algo de esfuerzo por nuestra parte.
Nutrición: El combustible de la vida
La nutrición es uno de los pilares fundamentales de la vida humana. Nuestro cuerpo requiere una variedad de nutrientes para funcionar correctamente, incluyendo carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales.
Cada uno de estos componentes juega un papel crucial en el mantenimiento de nuestras funciones vitales.
Los carbohidratos son nuestra principal fuente de energía, las proteínas son esenciales para la construcción y reparación de tejidos, las grasas son importantes para la absorción de ciertas vitaminas y la producción de hormonas, mientras que las vitaminas y minerales son necesarios para una amplia gama de procesos bioquímicos
¿Qué se debe hacer?:
Mantener una dieta equilibrada y basada en alimentos reales tal y cómo los extraemos de la naturaleza como carnes, pescados, legumbres, verduras, frutas o frutos secos, que preparamos y cocinamos por nosotros mismos.
¿Qué no se debe hacer?:
Comer cualquier producto ultraprocesado, que contenga aceites industriales o aditivos, etc.
A nivel práctico esto significa que cualquier producto que venga en una caja y tenga más de dos o tres ingredientes puede ser perjudicial para nuestra salud.
El sueño: El restaurador silencioso
El sueño es una necesidad biológica fundamental, aunque su función exacta sigue siendo objeto de investigación. Durante el sueño, nuestro cuerpo lleva a cabo numerosos procesos de reparación y consolidación. El cerebro elimina toxinas acumuladas durante el día, se consolidan los recuerdos y se regulan diversas hormonas.
Dormir mal se ha asociado con una amplia gama de problemas de salud, incluyendo obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, depresión y disminución de la función inmunológica.
¿Qué se debe hacer?:
Alinear nuestro sueño con nuestro ritmo circadiano lo que implica ir a dormir cuando se hace de noche y despertar cuando amanece, manteniendo además unos horarios regulares cada día.
¿Qué no se debe hacer?:
Trasnochar cada noche, irse a dormir cada día a una hora diferente, dormir menos horas de las necesarias, etc.
Movimiento: Diseñados para la acción
El cuerpo humano ha evolucionado para moverse. Nuestros antepasados pasaban gran parte de su tiempo caminando, corriendo, trepando y realizando diversas actividades físicas en busca de alimento y refugio.
Esta historia evolutiva se refleja en nuestra fisiología y esta es la razón por la cual el ejercicio regular tiene numerosos beneficios para la salud.
Mejora la salud cardiovascular, fortalece los huesos y músculos, ayuda a mantener un peso saludable, reduce el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer, y tiene efectos positivos en la salud mental.
Por el contrario, el sedentarismo, un fenómeno relativamente nuevo en la historia humana, se ha asociado con numerosos problemas de salud. La inactividad física es un factor de riesgo importante para enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.
¿Qué se debe hacer?:
Procurar estar en movimiento el máximo de tiempo posible a lo largo del día y aprovechar cualquier oportunidad para movernos, desde subir unas escaleras o cargar la compra hasta ir caminando al trabajo, por lejos que sea.
Adicionalmente, es imprescindible realizar ejercicio físico, tanto aeróbico como especialmente de fuerza ya que existe una correlación inversa muy fuerte entre el nivel de musculatura de una persona y todas las causas de muerte.
¿Qué no se debe hacer?:
Lo contrario a estar en movimiento es tener una vida sedentaria, lo que significa estar muchas horas sentado debido al trabajo, al ocio que practicamos o por los desplazamientos que tenemos que hacer.
Si por el tipo de trabajo que realizamos es preciso estar horas sentado, siempre es recomendable hacer unos “snacks de movimiento” cada hora.
Exposición al sol y contacto con la naturaleza: Volviendo a nuestras raíces
Durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva, los seres humanos vivimos en estrecho contacto con la naturaleza, expuestos regularmente a la luz solar. Estas condiciones han dejado una huella profunda en nuestra fisiología y psicología.
La exposición al sol es crucial para la producción de vitamina D en nuestro cuerpo. Esta vitamina juega un papel importante en la salud ósea, la función inmunológica y la regulación del estado de ánimo. La deficiencia de vitamina D se ha asociado con una variedad de problemas de salud, incluyendo osteoporosis, enfermedades autoinmunes y depresión.
Por otra parte, el sol regula nuestro ritmo circadiano, lo que tiene un efecto muy directo en nuestra calidad del sueño.
Además, la exposición a la naturaleza tiene beneficios significativos para la salud mental. Son muchos los estudios que demuestran que pasar tiempo en entornos naturales puede reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo, aumentar la atención y promover la creatividad.
¿Qué se debe hacer?:
Es recomendable estar expuesto al sol todos los días del año, incluso en invierno y cuanto más tiempo, mejor.
Eso sí, hay que evitar que nuestra piel se queme de manera que es recomendable tomar el sol con prudencia y en función de nuestro tipo de piel.
Por otra parte, tenemos que procurar estar en contacto con la naturaleza el mayor tiempo posible. Si vivimos en una gran ciudad, como vimos en este artículo, vale la pena acercarse a un parque, recrear en nuestra casa el entorno natural, etc.
¿Qué no se debe hacer?:
Estar todo el día encerrado en la casa, la oficina o el transporte y, en caso de estar en el exterior, utilizar todo el tiempo protectores solares que dificulten aprovechar los beneficios del sol.
Conexiones sociales: El ser humano como animal social
Los seres humanos somos criaturas intrínsecamente sociales. Nuestra capacidad para formar vínculos sociales complejos y cooperar en grupos grandes ha sido un factor clave en nuestro éxito evolutivo.
Las relaciones sociales enriquecedoras son fundamentales para nuestro bienestar psicológico y físico.
Estudios han demostrado que las personas con fuertes conexiones sociales tienen un menor riesgo de depresión, ansiedad y otros problemas de salud mental. Además, las relaciones sociales positivas se han asociado con una mejor salud física, incluyendo un sistema inmunológico más fuerte y un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Por el contrario, la soledad y el aislamiento social se han relacionado con una variedad de problemas de salud, incluyendo un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y mortalidad prematura.
¿Qué se debe hacer?:
Todos tenemos varios niveles de relación, desde los más cercanos como familiares y amigos íntimos hasta los más distantes como un vecino o trabajador de una tienda que se visite a menudo.
En todos los casos debemos procurar mantener intercambios positivos y significativos según el nivel de relación que se tenga.
Adicionalmente, realizar actividades que nos permitan conocer nuestras personas o comprometerse en alguna labor de voluntariado son maneras de tener siempre una vida rica.
¿Qué no se debe hacer?:
La vida moderna y los quehaceres diarios nos absorben de tal manera que en muchas ocasiones nos ensimismados cada vez más perdiendo lazos que siempre son importantes.
Por ello, tenemos que evitar en lo posible ir perdiendo el contacto con personas de nuestro entorno y, si se pierde, buscar otras.
Estimulación cognitiva: Alimentando nuestro cerebro
El cerebro humano es un órgano notablemente plástico, capaz de adaptarse y cambiar en respuesta a nuevas experiencias y aprendizajes.
Esta capacidad de aprendizaje continuo ha sido crucial para nuestra supervivencia y éxito como especie.
La estimulación cognitiva regular, ya sea a través del aprendizaje de nuevas habilidades, la resolución de problemas o la participación en actividades intelectualmente desafiantes, es importante para mantener la salud cerebral a lo largo de la vida. Muchos estudios han demostrado que las personas que se mantienen mentalmente activas tienen un menor riesgo de deterioro cognitivo y demencia en la vejez.
¿Qué se debe hacer?:
La estimulación cognitiva puede realizarse de muy diversas maneras de forma que simplemente tenemos que encontrar aquella con la que obtenemos placer y mantenerla a largo plazo.
Para algunas personas será leer un libro y para otras escribirlo. Pero también se estimula el cerebro paseando por partes de la ciudad que uno no conoce, visitando museos o exposiciones o aprendiendo un nuevo idioma y quedando con personas que hablan ese idioma en una cafetería para practicarlo.
Las opciones son infinitas y sólo es necesario tomar conciencia de que cada día debemos desafiar a nuestro cerebro con algo nuevo a aprender.
¿Qué no se debe hacer?:
Los peores enemigos de nuestro cerebro son la rutina así como aquellas actividades pasivas como mirar la televisión o desplazarse por las redes sociales sin un objetivo concreto.
Gestión del estrés: Equilibrando nuestras respuestas primitivas
El estrés es una respuesta evolutiva que nos ayuda a hacer frente a amenazas inmediatas.
Sin embargo, en el mundo moderno, a menudo nos encontramos en un estado de estrés crónico, lo cual puede tener efectos negativos significativos en nuestra salud.
El manejo efectivo del estrés, ya sea a través de la meditación, el ejercicio, o simplemente tomando tiempo para relajarse y desconectar, es crucial para mantener una salud óptima.
El estrés crónico se ha asociado con una variedad de problemas de salud, incluyendo enfermedades cardiovasculares, depresión y deterioro del sistema inmunológico.
¿Qué se debe hacer?:
Tomar consciencia de cómo nos afectan nuestras emociones y saber reconocer cuándo una situación nos está produciendo estrés para así buscar cómo gestionarla de manera adecuada.
Adicionalmente, hay muchísima evidencia científica de actividades que nos ayudan a reducir el estrés. Incorporar estas actividades como rutinas de nuestro día a día es una de las mejores opciones para prevenir el estrés.
Si pese a realizar estas prácticas nos somos capaces por nosotros mismos de gestionar una situación de manera adecuada, siempre es recomendable acudir a un profesional de la salud mental que nos ayude.
¿Qué no se debe hacer?:
Ignorar las señales, que siempre se manifiestan, que nos indican que una situación nos está provocando estrés.
Permitir que el estrés y las prisas sean la base de nuestro día a día.
Ideas clave
- La evolución ha moldeado nuestro cuerpo y funciones a lo largo de millones de años para adaptarnos a nuestro entorno.
- Rasgos como la mano humana y el cerebro desarrollado fueron clave para la supervivencia y reproducción de nuestros antepasados.
- Sin embargo, los rápidos cambios en la sociedad moderna han creado un desfase entre nuestra biología y el mundo actual, lo que ha contribuido a problemas de salud como diabetes y enfermedades cardíacas.
- Los cambios recientes en el entorno, como la agricultura y las ciudades, ocurrieron demasiado rápido para que el cuerpo humano se adaptara.
- A pesar de los avances tecnológicos y médicos que prolongan la vida, muchas personas viven más años con enfermedades evitables.
- Eso no significa que haya que renunciar a los beneficios de sociedad moderna, sino tener en cuenta aspectos clave como:
- Nutrición: Priorizar alimentos naturales y evitar ultraprocesados.
- Sueño: Dormir acorde con el ciclo natural del día.
- Movimiento: Mantenernos activos para evitar los efectos del sedentarismo.
- Sol y naturaleza: Exponernos al sol y disfrutar del contacto con la naturaleza.
- Relaciones sociales: Mantener conexiones sociales que favorezcan nuestro bienestar.
- Estimulación mental: Desafiar nuestro cerebro con nuevas actividades.
- Gestión del estrés: Aprender a manejar el estrés para evitar sus efectos negativos en la salud.
- Estos hábitos, alineados con nuestra biología, son clave para mejorar nuestra calidad de vida en el mundo moderno.
Enfermedades relacionadas
Fuente:
- Mooi, Rich, Evolution, Second Edition. Douglas J. Futuyma. DO - 10.1093/icb/icp095 JO - Integrative and Comparative Biology ER. https://www.researchgate.net/publication/273029300_Evolution_Second_Edition_Douglas_J_Futuyma