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La soledad, un factor de riesgo para la salud
La soledad es un sentimiento subjetivo de aislamiento social que puede tener un impacto negativo en la salud, tanto física como mental.
Índice
- ¿Cómo afecta a la salud la soledad?
- ¿Por qué la soledad afecta a nuestra salud?
- Ideas para no estar solos
Este sentimiento puede estar causado por una variedad de factores, como la pérdida de un ser querido, el cambio de residencia o la falta de oportunidades de interacción social al carecer de amistades o familiares cercanos.
Aunque es un sentimiento subjetivo, se sustenta en la realidad de que conforme nos hacemos mayores, vamos perdiendo en muchas ocasiones relaciones con nuestro entorno.
Según un estudio realizado por la Fundación Vivofacil el 38% de las personas entre 35 y 64 años afirman siempre sentirse solas y un 58% en ocasiones. En personas de más de 65 años el 60% de las personas dicen sentirse a veces solas mientras que el 17% declaran estar siempre en soledad.
Y la soledad no deseada, cuando nos sentimos solos y sin una “red de contención” es un factor de riesgo para la salud muy significativo.
¿Cómo afecta a la salud la soledad?
Numerosos estudios han demostrado que la soledad está asociada con un mayor riesgo de desarrollar una serie de problemas de salud, entre los que se incluyen:
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Un aumento del riesgo de enfermedades cardíacas, como la hipertensión arterial, la aterosclerosis y el accidente cerebrovascular.
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Un mayor riesgo de depresión, ansiedad y trastornos del sueño.
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Un mayor riesgo de demencia, especialmente la enfermedad de Alzheimer.
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Un debilitamiento del sistema inmunológico, lo que hace que las personas sean más propensas a contraer todo tipo de infecciones.
Los mecanismos que operan tras la relación entre la soledad y la salud no están completamente claros, pero se cree que están involucrados una serie de factores relacionados con el estrés que nos provoca esta situación. Y es que el estrés en sí mismo provoca una catarata de reacciones fisiológicas y hormonales que impactan negativamente a prácticamente todos los sistemas del organismo.
Desde un punto de vista evolutivo, esta reacción tiene mucho sentido ya que somos una especie esencialmente social y, en el pasado, estar sólo en un medio mucho más hostil que el actual podría considerarse una condena a muerte.
En este sentido, un meta-análisis realizado en 2015 encontró que las personas que se sentían solas tenían un 26% más de probabilidades de morir prematuramente que las que no se sentían solas.
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Sufrir de enfermedades crónicas: La soledad está asociada con un mayor riesgo de desarrollar una serie de enfermedades crónicas, como la diabetes, la enfermedad cardíaca y el cáncer.
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Tener problemas de salud mental: La soledad está asociada con un mayor riesgo de depresión, ansiedad y trastornos del sueño.
¿Por qué la soledad afecta a nuestra salud?
La soledad puede tener un profundo impacto en el cerebro y la salud mental. Investigaciones recientes revelan que las personas solitarias procesan el mundo de manera diferente, lo que puede llevar a una percepción negativa de su entorno social. Además, la soledad puede intensificarse con el tiempo, creando un ciclo negativo de aislamiento.
A nivel biológico, la soledad desencadena respuestas similares a las del hambre, activando regiones del cerebro asociadas con la búsqueda de recompensas. Este fenómeno puede estar relacionado con la sensibilidad a la dopamina, un neurotransmisor implicado en la gratificación y los antojos.
La soledad crónica también puede aumentar los niveles de hormonas del estrés, lo que podría contribuir a problemas de salud como la demencia. Además, la falta de interacción social puede llevar a una disminución en el volumen de materia gris en el cerebro, lo que sugiere una conexión entre la socialización y la salud cerebral.
Los estudios también sugieren que la soledad puede alterar la conectividad entre regiones cerebrales, lo que podría influir en la neurodegeneración asociada con enfermedades como el Alzheimer.
Ideas para no estar solos
Conforme vamos haciéndonos mayores es normal ir perdiendo conexiones con nuestro entorno. Sin embargo, está en nuestra mano crear nuevas que suplan las que vamos perdiendo.
En ocasiones, no resulta sencillo hacerlo, pero siempre está en nuestra mano:
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Mantenernos periódicamente en contacto con los amigos y familiares que tenemos. No dejemos pasar mucho tiempo sin interaccionar porque toda relación se puede terminar enfriando. Una llamada corta o un mensaje de texto a veces es suficiente para mantener la conexión.
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Embarcarnos en actividades sociales donde encontremos a personas con intereses parecidos a los nuestros siempre es una buena idea. Puede ser a través del voluntariado para alguna causa que queramos apoyar o apuntarse a un curso para aprender o perfeccionar una afición que tengamos. Cualquier excusa es buena para salir de nuestro círculo y exponernos a encontrarnos con otras personas.
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En términos prácticos, siempre tenemos conexiones “débiles” que podemos intentar potenciar. Puede ser el vecino que nos encontramos periódicamente en el rellano de la escalera, la persona que te encuentras en la peluquería cada vez que vas o el veterinario que cuida a nuestra mascota. El sólo hecho de estar abiertos a profundizar en este tipo de conexiones permitirá con seguridad tener más oportunidades de ampliar nuestro círculo social.
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Actualmente muchos de nosotros tenemos una “rica” vida social online que aunque pueda resultar interesante, no suple la necesidad de conexión con otras personas. Pero sí puede convertirse en una fuente inagotable de oportunidades para “desvirtualizar” a esas personas y quedar en el mundo real.
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Hacer turismo, visitar museos, conocer nuevas partes de nuestra ciudad y en general “movernos” de nuestro entorno más cercano siempre nos dará la posibilidad de conocer a nuevas personas con quienes, eventualmente, congeniar.
En el caso de que pese a realizar todos estos esfuerzos nos seguimos sintiendo sólos, siempre podemos acudir a un profesional de la salud mental que nos ayude a entender qué nos está pasando o a darnos las herramientas precisas para mejorar nuestra capacidad de socialización.
Por otra parte, algunos investigadores también están estudiando como utiliar los mecanismos neurales subyacentes a la soledad en otros campos, como por ejemplo el ejercicio.
Así, caminar 4-5 kilómetros durante el transcurso de una hora revirtió por completo los sentimientos de bajo estado de ánimo asociados con la soledad en algunas personas. Una posible explicación para esta observación es que las personas con depresión están "atrapadas en la rumiación" y el ejercicio podría obligarlas a interrumpir los procesos neuronales asociados con la autorreflexión y cambiar la actividad a áreas asociadas con actividades físicas, liberándolas de un ciclo de pensamientos negativos.
Adicionalmente, hacer ejercicio siempre es un buen pretexto para conocer nuevas personas, compartir experiencias, etc.
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Ideas clave
- La soledad es un sentimiento subjetivo que puede surgir por diversas razones, como la pérdida de un ser querido o la falta de interacción social.
- Con el envejecimiento, muchas personas pierden relaciones, lo que aumenta la soledad.
- Según estudios, el 38% de las personas entre 35 y 64 años se sienten siempre solas, y este sentimiento se intensifica con la edad.
- La soledad no deseada es un importante factor de riesgo para la salud, relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, depresión, ansiedad, demencia, y un debilitamiento del sistema inmunológico.
- Además, la soledad crónica puede aumentar los niveles de estrés y afectar la salud cerebral.
- A nivel biológico, la soledad activa regiones del cerebro relacionadas con la búsqueda de recompensas, lo que puede generar un ciclo negativo de aislamiento.
- También se ha asociado con la pérdida de materia gris en el cerebro y una menor conectividad cerebral, factores vinculados a la neurodegeneración, como en el Alzheimer.
- Para combatir la soledad, es importante mantener contacto con amigos y familiares, participar en actividades sociales, como voluntariado o cursos, y potenciar las conexiones “débiles” con conocidos, como vecinos o personas con quienes nos cruzamos regularmente.
- Aunque la vida social online es rica, no reemplaza la interacción cara a cara, pero puede ser útil para organizar encuentros en el mundo real. También hacer turismo o visitar lugares nuevos puede facilitar la conexión con otras personas.
- Si la soledad persiste, es recomendable acudir a un profesional de salud mental.
- Además, estudios muestran que hacer ejercicio, como caminar, puede mejorar el estado de ánimo y ayudar a romper el ciclo de pensamientos negativos asociados con la soledad.
Enfermedades relacionadas
Fuente:
- Holt-Lunstad J, Smith TB, Layton JB. Social relationships and mortality risk: a meta-analytic review. PLoS Med. 2010 Jul 27;7(7):e1000316. doi: 10.1371/journal.pmed.1000316.
- Holt-Lunstad J, Smith TB, Baker M, Harris T, Stephenson D. Loneliness and social isolation as risk factors for mortality: a meta-analytic review. Perspect Psychol Sci. 2015 Mar;10(2):227-37. doi: 10.1177/1745691614568352.
- Baek, E. C., Hyon, R., López, K., Du, M., Porter, M. A., & Parkinson, C. (2023). Lonely Individuals Process the World in Idiosyncratic Ways. Psychological Science, 34(6), 683-695. https://doi.org/10.1177/09567976221145316
- Tomova, L., Wang, K.L., Thompson, T. et al. Acute social isolation evokes midbrain craving responses similar to hunger. Nat Neurosci 23, 1597–1605 (2020). https://doi.org/10.1038/s41593-020-00742-z
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