El efecto saludable de la Naturaleza
Vivir conectados con la naturaleza es fundamental para nuestra salud y nuestra longevidad. Descubre por qué y cómo aumentar nuestra conexión con la naturaleza.
Índice
- La desconexión vital con la naturaleza
- ¿Por qué necesitamos estar en contacto con la naturaleza?
- ¿Qué beneficios aporta retomar el contacto con la naturaleza?
- ¿Cómo reconectar con la naturaleza si vivimos en la ciudad?
La desconexión vital con la naturaleza
Vivimos a espaldas de la naturaleza, o al menos esto es así para el 82,8% de la población en España que viven en un ámbito urbano. Y con independencia de si vivimos o no en un entorno urbano o rural, las horas del día que pasamos en interiores alcanza el 83% (20 horas que repartimos entre nuestra casa, trabajo, transporte, etc.).
Este patrón se repite en todas las sociedades occidentales y es posible que en casos individuales no se cumpla ya que siempre hay excepciones. Pero, en general, la gran mayoría de las personas tenemos un contacto mínimo con el entorno natural.
Circunstancia que no es saludable por multitud de razones que veremos a continuación y que espero sean el acicate para tomar consciencia de este problema e intentar paliar en la medida de las posibilidades de cada uno.
¿Por qué necesitamos estar en contacto con la naturaleza?
Desde una perspectiva evolutiva, nuestra especie nació y se desarrolló en la naturaleza. A lo largo de millones de años nuestro organismo se ha ido adaptando a los desafíos que presentaba este entorno permitiéndonos ser lo que hoy somos.
Pero en los últimos 5.000 años, pero especialmente en los 200 años que nos preceden, se ha producido un acelerado abandono del entorno natural para vivir más “cómodamente” en las ciudades.
Sin embargo, no estamos “diseñados” para esta circunstancia y vivir en ciudades nos provoca:
Respirar un aire contaminado
Según la OMS en muchas ciudades se exceden las concentraciones recomendadas de partículas contaminantes de sustancias como el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre, el ozono o el monóxido de carbono, incrementando el riesgo de padecer cáncer de pulmón, infartos, accidentes cardiovasculares o infecciones respiratorias como la neumonía.
Sedentarismo
La vida en las ciudades promueve un estilo de vida sedentario que desalienta el movimiento físico, provocando obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles, como las tromboembolias, enfermedades coronarias, la diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer.
Ruido urbano
En muchas ciudades, o en parte de ellas, el ruido urbano (fundamentalmente proveniente de tráfico rodado) tiene efectos efectos perjudiciales para la salud. Según un estudio recientemente publicado, el ruido es un estresor que dispara la producción de hormonas como el cortisol, provocando alteraciones del sueño, enfermedades cardiovasculares y metabólicas, deterioro cognitivo y salud mental y bienestar pobre.
Contaminación lumínica
La sobreexposición a la luz artificial tanto al dormir como al levantarnos perjudican nuestros ritmos circadianos provocando una catarata de reacciones adversas en nuestra fisiología.
Aislamiento social
La estructura y dinámica de las ciudades minan nuestra capacidad de socialización y aumentan el número de personas en soledad. Aunque es un área de estudio aún por profundizar, ya existe cierta evidencia que las ciudades empeoran de manera general nuestra salud mental.
Aumento del Estrés
Aunque el estrés es una reacción emocional a un hecho que nos parece amenazante y depende de cómo es nuestra interpretación de la realidad que nos rodea, en las ciudades, dadas sus características, dan lugar a un mayor número de situaciones potencialmente estresantes.
Vivir en permanente estado de estrés mina nuestro estado emocional y como consecuencia nuestra salud en general.
¿Qué beneficios aporta retomar el contacto con la naturaleza?
Vivir en un entorno natural o cerca de lugares frondosos y arbolados puede aumentar nuestra esperanza de vida. Según un metaanálisis de 9 estudios diferentes que analizó a más de 8 millones de personas de 7 países diferentes, señaló que vivir cerca de la naturaleza reportaba beneficios para la salud.
A través del análisis de los espacios verdes, su tipología así como su cercanía al domicilio (a un radio máximo de 500 metros) se halló que un aumento de la vegetación en un 10% provocaba una reducción de la mortalidad prematura en un 4%.
Según los investigadores, el acceso a la vegetación reduce la contaminación (atmosférica, sonora y lumínica) beneficiando al sistema inmunológico y a la salud mental al disminuir los niveles de estrés. Adicionalmente, las personas que viven en un entorno de este tipo tienen un mayor nivel de actividad física, que tiene una relación muy directa con nuestra esperanza de vida saludable.
En este sentido, el sólo hecho de caminar descalzo sobre el césped, la arena o cualquier superficie natural provoca rápidas mejoras en el sistema inmunitario y la circulación así como una notable reducción de la inflamación de bajo grado. Los mecanismos por los que se produce este fenómeno no están del todo claros pero se trata de un hecho replicado una y otra vez.
Y si caminamos por un bosque unos pocos minutos (no hace falta estar descalzo…) este estudio demostró que nuestro estado de ánimo mejora reduciéndose la presencia de cortisol, el pulso baja y mejora el sistema cardiovascular, mejora el sistema respiratorio (alergias y enfermedades respiratorias), disminuye la actividad del sistema nervioso simpático (lucha o huida) al tiempo que aumenta de la actividad del sistema nervioso parasimpático (reposo y digestión) y mejora el funcionamiento de todo el sistema inmunológico.
Otro interesante estudio reveló, a través del análisis de miles de fotos y comentarios en redes sociales, que las apreciaciones positivas y de felicidad son una constante cuando estamos en contacto con la naturaleza.
Ahora bien…, ¿cuánto contacto con la naturaleza necesitamos para empezar a notar sus efectos beneficiosos? La respuesta la puede traer este estudio donde se señala que sólo 30 minutos en un entorno natural a la semana reducen la depresión y la presión arterial en un 7% y un 9% respectivamente. Lógicamente, a mayor tiempo de exposición, las mejoras se incrementan notablemente.
¿Cómo reconectar con la naturaleza si vivimos en la ciudad?
La mayoría de nosotros vivimos en una ciudad y no podemos o no queremos mudarnos al campo…
Sin embargo, es innegable que la ciudad es un entorno que nos enferma de manera que tendría sentido buscar maneras de reducir su impacto negativo o incluso limitarlo totalmente.
Aquí van algunas ideas, que no por obvias, no dejan de ser útiles:
- intentar vivir cerca de un gran parque o entorno natural. Si esto no es posible, aprovechar los desplazamientos por la ciudad para realizar “escapadas” a este tipo de sitios
- a la hora de practicar deporte, realizarlo en el exterior. Si vas al gimnasio, es hora de abandonarlo y favorecer la práctica de la calistenia. En casi todos los parques más o menos grandes de las ciudades hay un área destinada a este fin.
- una vez en el parque, pasear por el mismo, priorizando las áreas con mayor vegetación, descalzarse, recostarse sobre el cesped, etc.
- intentar aprovechar los los fines de semana para realizar “escapadas” a entornos más rurales. En la gran mayoría de los casos, a menos de 30 kilómetros de una gran ciudad existe una playa, un río, una montaña, un paraje natural, etc al que podemos visitar en coche o transporte público
- utilizar las vacaciones para acudir a un espacio donde la conexión con la naturaleza nos “cargue” las pilas
- en nuestra casa, recrear, en la medida de lo posible, un entorno natural:
- aumentando el número de plantas. Si además son aromáticas, mejor.
- poniendo como “hilo musical” sonidos asociados a la naturaleza (ríos fluyendo, el mar abatiendo sus olas, la lluvia caer, sonidos de la fauna, etc.)
- teniendo una fuente con un hilo de agua corriendo (no importa el tamaño)
- teniendo ventanas lo más grandes posibles y, adicionalmente, que permitan el aislamiento sonoro del entorno urbano
- si tenemos una terraza, por pequeña que sea, crear y mantener un huerto
- seleccionar mobiliario que sea de madera, fibras naturales, etc.
- ver documentales o imágenes de la naturaleza
- convivir con mascotas (si somos responsables de cuidarlas como se merecen y necesitan)
Ideas clave
- Vivimos a espaldas de la naturaleza, o al menos esto es así para el 82,8% de la población en España que viven en un ámbito urbano. Y con independencia de si vivimos o no en un entorno urbano o rural, las horas del día que pasamos en interiores alcanza el 83% (20 horas que repartimos entre nuestra casa, trabajo, transporte, etc.).
- Este patrón se repite en todas las sociedades occidentales y es posible que en casos individuales no se cumpla ya que siempre hay excepciones. Pero, en general, la gran mayoría de las personas tenemos un contacto mínimo con el entorno natural.
- Desde una perspectiva evolutiva, nuestra especie nació y se desarrolló en la naturaleza. A lo largo de millones de años nuestro organismo se ha ido adaptando a los desafíos que presentaba este entorno permitiéndonos ser lo que hoy somos.
- Pero en los últimos 5.000 años, pero especialmente en los 200 años que nos preceden, se ha producido un acelerado abandono del entorno natural para vivir más “cómodamente” en las ciudades.
- Sin embargo, no estamos “diseñados” para esta circunstancia y vivir en ciudades nos provoca: respirar un aire contaminado, sedentarismo, ruido urbano, contaminación lumínica, aislamiento social, aumento del estrés.
- Vivir en un entorno natural o cerca de lugares frondosos y arbolados puede aumentar nuestra esperanza de vida. Según un metaanálisis de 9 estudios diferentes que analizó a más de 8 millones de personas de 7 países diferentes, señaló que vivir cerca de la naturaleza reportaba beneficios para la salud.
- A través del análisis de los espacios verdes, su tipología así como su cercanía al domicilio (a un radio máximo de 500 metros) se halló que un aumento de la vegetación en un 10% provocaba una reducción de la mortalidad prematura en un 4%.
- Según los investigadores, el acceso a la vegetación reduce la contaminación (atmosférica, sonora y lumínica) beneficiando al sistema inmunológico y a la salud mental al disminuir los niveles de estrés. Adicionalmente, las personas que viven en un entorno de este tipo tienen un mayor nivel de actividad física, que tiene una relación muy directa con nuestra esperanza de vida saludable.
- En este sentido, el sólo hecho de caminar descalzo sobre el césped, la arena o cualquier superficie natural provoca rápidas mejoras en el sistema inmunitario y la circulación así como una notable reducción de la inflamación de bajo grado. Los mecanismos por los que se produce este fenómeno no están del todo claros pero se trata de un hecho replicado una y otra vez.
- Ahora bien…, ¿cuánto contacto con la naturaleza necesitamos para empezar a notar sus efectos beneficiosos? La respuesta la puede traer este estudio donde se señala que sólo 30 minutos en un entorno natural a la semana reducen la depresión y la presión arterial en un 7% y un 9% respectivamente. Lógicamente, a mayor tiempo de exposición, las mejoras se incrementan notablemente.
- La mayoría de nosotros vivimos en una ciudad y no podemos o no queremos mudarnos al campo…
- Sin embargo, es innegable que la ciudad es un entorno que nos enferma de manera que tendría sentido buscar maneras de reducir su impacto negativo o incluso limitarlo totalmente.
- Aquí van algunas ideas: vivir cerca de un parque, practicar deporte en el exterior, caminar descalzo, escaparse los fines de semana al campo, tener más plantas en casa, etc.
Enfermedades relacionadas
Fuente:
- Gruebner O, Rapp MA, Adli M, Kluge U, Galea S, Heinz A. Cities and Mental Health. Dtsch Arztebl Int. 2017 Feb 24;114(8):121-127. doi: 10.3238/arztebl.2017.0121.
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- Oschman JL, Chevalier G, Brown R. The effects of grounding (earthing) on inflammation, the immune response, wound healing, and prevention and treatment of chronic inflammatory and autoimmune diseases. J Inflamm Res. 2015 Mar 24;8:83-96. doi: 10.2147/JIR.S69656.
- Sasha Khomenko, Marta Cirach, Jose Barrera-Gómez, Evelise Pereira-Barboza, Tamara Iungman, Natalie Mueller, Maria Foraster, Cathryn Tonne, Meelan Thondoo, Calvin Jephcote, John Gulliver, James Woodcock, Mark Nieuwenhuijsen, Impact of road traffic noise on annoyance and preventable mortality in European cities: A health impact assessment, Environment International, Volume 162, 2022, 107160, ISSN 0160-4120, https://doi.org/10.1016/j.envint.2022.107160. (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160412022000861)
- Chia-Pin (Simon) Yu, Hsuan Hsieh, Beyond restorative benefits: Evaluating the effect of forest therapy on creativity, Urban Forestry & Urban Greening, Volume 51, 2020, 126670, ISSN 1618-8667, https://doi.org/10.1016/j.ufug.2020.126670. (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1618866719307599)
- National University of Singapore. "Study reveals positive connection between nature experiences and happiness." ScienceDaily. ScienceDaily, 10 March 2020.
- Shanahan DF, Bush R, Gaston KJ, Lin BB, Dean J, Barber E, Fuller RA. Health Benefits from Nature Experiences Depend on Dose. Sci Rep. 2016 Jun 23;6:28551. doi: 10.1038/srep28551.