El (insustituible) papel del Sol en nuestra salud

El (insustituible) papel del Sol en nuestra salud

Todo lo que nos rodea funciona gracias al Sol. Es decir, la vida tal y como la conocemos depende de la energía solar. Plantas, animales, humanos crecemos y nos multiplicamos porque el Sol existe. Sin él, la Tierra sería un planeta yermo vagando por el espacio. Por lo tanto, es fundamental para nuestra salud, pero siempre que lo tomemos con precaución.

Índice

Nuestro propio organismo se “organiza” en función del Sol, estando más activo durante el día y menos por la noche, según las hormonas que secretamos siguiendo el ritmo circadiano.

Pero inexplicablemente, hace tiempo que el Sol ha dejado de ser una referencia positiva en nuestro día a día para convertirse en un elemento a evitar y temer.

Es cierto que el Sol puede tener algunas “sombras” (perdón por el juego de palabras fácil, no puedo evitarlo) pero son muy menores y éstas se manifiestan pura y exclusivamente porque nosotros hemos olvidado cómo relacionarnos con quien, en la antigüedad, era adorado como un auténtico Dios.

Por ello, vale la pena desgranar qué beneficios nos aporta y cómo, eventualmente, nos puede perjudicar.

Los beneficios del Sol

Estar expuestos al Sol es fundamental para nuestra salud. De hecho, la poca exposición que actualmente la mayoría de la población tiene es un factor de riesgo que se traduce en un buen número de las enfermedades crónicas que son moneda corriente hoy en día. 

Veamos qué nos aporta el Sol:

Regulariza el sueño

Nuestro sueño está regulado por la secreción de dos hormonas “antagónicas”. Nos dormimos porque hemos secretado melatonina en el momento preciso y nos despertamos cuando el cortisol empieza a elevarse.

Y este proceso se “desencadena” siguiendo la luz del Sol. Así, en condiciones normales la melatonina empieza a surtir efecto al anochecer y el cortisol al amanecer.

Ahora bien, este proceso puede ser disrumpido por muchos motivos:

  • porque a lo largo del día no estamos expuestos a la luz solar al permanecer la mayor parte del tiempo en lugar cerrados
  • porque por la noche tenemos todas las luces encendidas y el cerebro no es capaz de discernir que ha oscurecido
  • porque el ritmo de vida que llevamos genera de manera crónica cortisol, que es también la hormona asociada al estrés, que inhibe la secreción de melatonina
  • y un largo etcétera

Así, la clave para dormir bien radica en exponernos al Sol a lo largo del día lo más posible y especialmente al amanecer y al anochecer, intentando además minimizar el impacto del estrés en nuestro día a día. 

(Para ayudar a dormir al mayor número de personas posibles, desde Actiage desarrollamos SleepOn, que justamente funciona reduciendo el cortisol en el momento clave del día para que la melatonina endógena pueda producirse por sí misma)

Reduce el estrés

El Sol tiene un efecto calmante en nuestro organismo y puede contribuir a reducir el estrés a través de varios mecanismos. 

Por un lado, la luz solar aumenta la producción de serotonina en el cerebro, lo que nos ayuda a sentirnos tranquilos y felices.

Además, el calor del Sol también puede ayudar a relajar nuestros músculos, lo que puede fomentar la reducción de la tensión en el cuerpo y el estrés en general.

Por último, muchas veces nos exponemos al Sol cuando estamos en contacto con la naturaleza o practicamos algún deporte, actividades que también promueven la reducción del cortisol, disminuyendo el estrés.

Fortalece los huesos

La manera más sencilla y directa de obtener Vitamina D es la exposición al Sol, ya que ésta se produce en nuestro cuerpo cuando nuestra piel es expuesta a los rayos ultravioletas del Sol.

Esta vitamina es esencial para nuestro organismo ya que ayuda a absorber el calcio y el fósforo, dos minerales esenciales para la salud de nuestros huesos.

Mejora la presión arterial

Otro beneficio de la luz solar es su capacidad de mejorar el sistema cardiovascular. 

Una exposición de 20 minutos es suficiente para promover la producción de óxido nítrico en la piel, que a su vez tiene un efecto dilatante de los vasos sanguíneos disminuyendo así la presión arterial.

Fortalece el sistema inmunológico

La vitamina D juega un papel importante en el fortalecimiento del sistema inmunológico ya que interviene directamente en la producción de las células inmunitarias de nuestro organismo (glóbulos blancos en sus dos líneas, neutrófilos y linfocitos). 

Adicionalmente, esta vitamina ayuda a reducir la inflamación del cuerpo, contribuyendo a prevenir afecciones como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. 

En este sentido, la vitamina D también eleva la producción de antioxidantes como el glutatión que protege frente al daño causado por los radicales libres.

Por último, cada vez existe más evidencia científica que relaciona de manera inversa la exposición al Sol con una serie de cánceres, demostrándose que a menos exposición más probabilidad de padecer esta enfermedad.

Ayuda en el tratamiento de la depresión

Como veíamos anteriormente, la luz solar promueve la producción de endorfinas y serotonina, hormonas que mejoran el estado de ánimo y lo ayudan a mantenerse calmado y concentrado. 

Por otra parte, en muchas ocasiones la exposición al Sol se produce bien cuando se está en contacto con la naturaleza o bien en la práctica de algún deporte. Ambas actividades han mostrado ser potentes antidepresivos.

Mejora la piel

Tomar el Sol de manera correcta (lo veremos más abajo) tiene un efecto muy positivo en la salud de nuestra piel ya que posee propiedades terapéuticas en algunas enfermedades dermatológicas por su efecto antiinflamatorio, siendo beneficioso en casos de psoriasis, algunas dermatitis o el acné.

Perjuicios de Sol

El Sol puede ser peligroso para nuestra salud y puede provocar quemaduras de piel, envejecimiento prematuro de la piel, cataratas en los ojos o cáncer de piel.

Es un hecho y, a modo de ejemplo, se tiene constancia de la existencia de enfermos de melanoma hasta en el antiguo Egipto si bien actualmente la prevalencia de estas afecciones relacionadas con la exposición solar es mayor y sigue creciendo debido a:

Las migraciones

Hoy por hoy podemos encontrar a escandinavos con un tipo de piel I viviendo en la Costa del Sol todo el año, no estando su piel adaptada a la intensidad y número de horas de Sol del Mediterráneo.

Poca exposición

La mayoría de personas no están expuestas al Sol durante todo el año y sólo lo hacen, de manera desmedida, unos pocos días cuando están de vacaciones. La piel necesita “acostumbrarse” al Sol de manera gradual para no dañarse rápidamente.

Protectores solares

En caso de decidir usar un protector solar, éste debe aplicarse con regularidad a lo largo del día ya que conforme pasan las horas va perdiendo efectividad. 

Su aplicación muchas veces produce una falsa sensación de seguridad que deja desprotegida la piel más horas de las debidas.

Por otra parte, y no es un tema menor, un reciente estudio publicado en Nature indica que una exposición superior a 2 horas al día a lo largo del tiempo (mucho tiempo, es decir años, como es el caso de personas que trabajan al aire libre) puede tener un impacto negativo a nivel cognitivo vía cambios estructurales en el cerebro de manera que estaría bien considerar este tiempo como el máximo recomendado sin protección.

¿Cómo tomar el Sol correctamente?

Es perfectamente posible aprovechar todos los beneficios que aporta al Sol al tiempo que minimizamos sus posibles riesgos. Se trata de establecer una relación sana, atendiendo a los siguientes factores:

El tipo de piel

La piel se clasifica en diferentes tipos según su sensibilidad al sol y su tendencia a quemarse o a desarrollar manchas oscuras: 

Tipo de piel I: piel extremadamente clara, con tendencia a quemarse fácilmente y a desarrollar manchas oscuras.

Tipo de piel II: piel clara, con tendencia a quemarse fácilmente y a desarrollar manchas oscuras.

Tipo de piel III: piel intermedia, con tendencia a quemarse moderadamente y a desarrollar manchas oscuras.

Tipo de piel IV: piel intermedia oscura, con tendencia a quemarse poco y a desarrollar manchas oscuras.

Tipo de piel V: piel oscura, con tendencia a no quemarse y a desarrollar manchas oscuras.

Tipo de piel VI: piel oscura, con tendencia a no quemarse y a no desarrollar manchas oscuras.

Es importante recordar que esta clasificación es solo una guía general y que la sensibilidad al Sol puede variar de una persona a otra, incluso dentro del mismo tipo de piel. 

Lógicamente, la exposición solar deberá ser menor conforme más clara sea la piel.

A modo orientativo, es imprescindible que la piel nunca llegue a enrojecer ya que ésta es la primera señal de una mayor exposición de la debida. 

Minutos de exposición

Los minutos de exposición al Sol de manera segura dependen del tipo de piel que poseamos, pero de manera orientativa para sintetizar la necesaria vitamina D se establece un mínimo de entre 15 y 20 minutos al día, impactando el Sol en al menos cara y brazos.

Se recomienda, adicionalmente, exponerse al Sol durante todo el año incluso en invierno. Sólo de esta manera la piel llegará “preparada” para el verano.

Hora del día

La toma de Sol a primeras y últimas horas del día está especialmente indicada ya que por un lado la atmósfera filtra los rayos UV dañinos para nuestra piel y, por el otro, el tipo de luz que se recepciona permite sincronizar adecuadamente el reloj circadiano del organismo.

Protección

Una vez hemos recibido la “dosis” solar mínima diaria, siempre es recomendable estar protegidos del Sol.

Se pueden utilizar cremas solares si bien dado que esta protección va disminuyendo conforme pasa el tiempo es preferible asegurarnos una protección duradera manteniéndonos el máximo de tiempo posible en la sombra, usando sombreros o ropas que protejan de los rayos UV, etc.

En caso de utilizar cremas de protección solar, es recomendable elegir aquellas libres de ftalatos y parabenes, siendo la prescripción más sensata utilizar un factor de protección solar (FPS) lo más elevado posible y colocar la crema de manera periódica y uniforme en todas las áreas de piel expuestas al Sol.

Estas medidas de seguridad no sólo aplican a días soleados sino también a aquellos donde reinen las nubes.

Fotosensibilidad

Por último, tenemos que tener en cuenta la fotosensibilidad, que es una reacción exagerada de la piel al Sol que puede causar enrojecimiento, picazón, ampollas, manchas oscuras y otros síntomas. Esta reacción puede ser provocada por ciertos medicamentos y sustancias que aumentan la sensibilidad de la piel a los rayos UV del Sol, tales como: 

  • Antibióticos como la tetraciclina, la doxiciclina y la eritromicina.
  • Antidepresivos como la amitriptilina y la fluoxetina.
  • Antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno y el naproxeno.
  • Anticonceptivos orales que contienen estrógeno.
  • Diuréticos como la furosemida y la hidroclorotiazida.
  • Quimioterapia
  • Algunos aceites esenciales y productos naturales, como el árnica, el diente de león, la menta y el tomillo.

Si estás tomando alguno de estos medicamentos, es importante hablar con tu  médico acerca de cómo protegerse del Sol de manera efectiva.

Producto antienvejecimiento

Ideas clave

  • Nuestro propio organismo se “organiza” en función del Sol, estando más activo durante el día y menos por la noche, según las hormonas que secretamos siguiendo el ritmo circadiano.
  • Pero inexplicablemente, hace tiempo que el Sol ha dejado de ser una referencia positiva en nuestro día a día para convertirse en un elemento a evitar y temer.
  • Es cierto que el Sol puede tener algunas “sombras” (perdón por el juego de palabras fácil, no puedo evitarlo) pero son muy menores y éstas se manifiestan pura y exclusivamente porque nosotros hemos olvidado cómo relacionarnos con quien, en la antigüedad, era adorado como un auténtico Dios.
  • Entre sus beneficios encontramos regularizar el sueño, reducir el estrés, fortalecer los huesos, mejorar la presión arterial, fortalecer el sistema inmunológico, ayudar a tratar la depresión, mejorar la piel.
  • Entre sus perjuicios están provocar quemaduras de piel, envejecimiento prematuro de la piel, cataratas en los ojos o cáncer de piel.
  • La mayoría de personas no están expuestas al Sol durante todo el año y sólo lo hacen, de manera desmedida, unos pocos días cuando están de vacaciones. La piel necesita “acostumbrarse” al Sol de manera gradual para no dañarse rápidamente.
  • En caso de decidir usar un protector solar, éste debe aplicarse con regularidad a lo largo del día ya que conforme pasan las horas va perdiendo efectividad. Su aplicación muchas veces produce una falsa sensación de seguridad que deja desprotegida la piel más horas de las debidas.
  • Es perfectamente posible aprovechar todos los beneficios que aporta al Sol al tiempo que minimizamos sus posibles riesgos. Se trata de establecer una relación sana, atendiendo a los siguientes factores: el tipo de piel, los minutos de exposición, la hora del día, la protección que usemos. 
  • Por último, tenemos que tener en cuenta la fotosensibilidad, que es una reacción exagerada de la piel al Sol que puede causar enrojecimiento, picazón, ampollas, manchas oscuras y otros síntomas. Esta reacción puede ser provocada por ciertos medicamentos y sustancias que aumentan la sensibilidad de la piel a los rayos UV del Sol.

Fuente:

  • Grant WB. An estimate of premature cancer mortality in the U.S. due to inadequate doses of solar ultraviolet-B radiation. Cancer. 2002 Mar 15;94(6):1867-75. doi: 10.1002/cncr.1042
   

Redacción: Marcelo Lewin

Supervisión editorial: Carlos Gutiérrez

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