Mentiras y verdades a la luz de la Medicina Evolutiva

Mentiras y verdades a la luz de la Medicina Evolutiva

Son tantas las tonterías que se ven en internet que buscan su legitimidad en nuestro pasado evolutivo, que he decidido hacer una pequeña recopilación y, brevemente, determinar cuánto de verdad hay y cuánto de mentira en una variedad de temas que circulan por la red.

Índice

En torno al envejecimiento saludable y la longevidad, así como de las intervenciones que optimizan la salud, existe muchísima información en internet.

Alguna de calidad, pero con una gran mayoría que ofrece poca utilidad bien porque no profundiza bastante como para que pueda ser válida y “usable” para el lector o bien porque simplemente no tiene ningún sentido. 

Y cuando hablo de sentido me refiero a que carece de alguna validez científica y es un “invent” del divulgador de turno que hizo fortuna y se repite sin cesar (y seguramente se seguirá repitiendo...).

Donde más invenciones se producen, sin lugar a dudas, es cuando se hace referencia a nuestro pasado evolutivo. Quizá porque es un área de estudio donde poca gente realmente tiene conocimientos o porque enraizar una afirmación en el pasado pareciera que la dota de autoridad o simplemente porque está de moda hablar del paleolítico. 

No lo sé. 

Pero lo cierto es que son tantas las tonterías que se ven en internet que buscan su legitimidad en nuestro pasado evolutivo, que he decidido hacer una pequeña recopilación y, brevemente, determinar cuánto de verdad hay y cuánto de mentira en una variedad de temas que circulan por la red.

¿Qué es la medicina evolutiva?

Antes que nada, comentar que la medicina evolutiva es una visión de la enfermedad y la salud con todo el respaldo de la evidencia científica (y es una de las bases de nuestros tratamientos médicos antienvejecimiento) que nos permite tratar de manera eficaz la gran mayoría de enfermedades crónicas no transmisibles que se padecen conforme nos hacemos mayores.

Aunque siempre estuvo presente en la medicina de una u otra manera, toma realmente forma a finales del siglo pasado como una respuesta a la investigación y práctica médica centrada sólamente en los mecanismos moleculares y fisiológicos de la enfermedad.

Así, la medicina evolutiva no se pregunta el cómo sino el por qué la evolución ha moldeado estos mecanismos de manera que un individuo pueda ser susceptible a una u otra afección. Encontrar y entender este “por qué” permite en muchas ocasiones abordar una enfermedad teniendo en cuenta el contexto o las preferencias de cada persona permitiendo el diseño de intervenciones tremendamente eficaces, muy sencillas de aplicar y con un alto grado de adherencia.

Los humanos llevamos una “mochila” en nuestras espaldas adquirida a lo largo de los millones de años que se tomó la evolución para hacernos ser como somos.

Es decir, los humanos evolucionamos para vivir como cazadores-recolectores en grupos pequeños, acechados por innumerables peligros, en un ambiente de escasez de recursos, etc.

En este contexto evolucionamos en los últimos, digamos, 2 millones de años. Pero desde hace 10.000 años, una conjunción de factores (la invención de la agricultura, la domesticación de animales, la creación de las primeras ciudades, etc.) cambió para siempre este modo de vivir para encontrarnos hoy habitando en ciudades con millones de habitantes, en pisos pequeños, sin contacto con la naturaleza, con fuentes de estrés y ansiedad “invisibles”, pero que se nos hacen muy reales, etc.

Sin embargo, nuestro organismo sigue siendo el de ese homo sapiens que salía a buscar bayas o lo que encontrara al bosque o prado cercano, comía lo que podía cuando podía, corría o trepaba a un árbol si intuía o atisbaba el menor peligro, compartía sus vivencias y sus miedos con sus congéneres en torno a un fuego reparador y se iba a dormir con la caída del Sol...

De esa forma de vida no hay ya ni rastro. En sólo 10.000 años. Hoy nos transportamos sin esfuerzo físico alguno (desde coches hasta aviones, pasando por patinetes eléctricos), vamos a hacer la compra en lugares con una oferta de productos deliciosos (aunque insanos) inabarcable, nos pasamos las noches mirando el móvil o pegados a la televisión y nuestras relaciones sociales, en el mejor de los casos, son escasas y superficiales.

La lista de afecciones asociadas a nuestro modo de vida occidental es enorme, pero no sorprende que incluya las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la artritis, las cataratas, la osteoporosis, la obesidad, la diabetes 2 y un largo etcétera.

De hecho, el 70% de las enfermedades que padecemos conforme envejecemos tienen su raíz en nuestros hábitos de vida, especialmente aquellos que practicamos a partir de los 40 años. Y estos hábitos de vida son los que practicamos porque vivimos en el entorno que vivimos. Parte de nuestro trabajo de sanación y divulgación es intentar que adoptemos nuestro entorno a lo que nuestro organismo necesita y no al revés (una tarea que, por cierto, no resulta sencilla).

¿Qué hay de cierto en…?

Sentadas las bases del papel del desajuste actual entre nuestra forma de vida occidental y cómo ha evolucionado nuestro organismo, echemos un ojo a algunas afirmaciones que nos podemos encontrar en internet sobre este tema.

Se trata sólo de un puñado, pero son buenos ejemplos de la utilidad de la medicina evolutiva para entender, en profundidad, por qué estamos enfermando.

Limpieza y alergias

La explosión de alergias que asola a cada vez más personas es muchas veces explicada porque nuestro sistema inmunitario no ha sido, durante los primeros años, entrenado para enfrentarse a los diferentes agentes que nos rodean por nuestra obsesión por la limpieza. 

Esta creencia es verdadera

Las mejoras en la higiene han resultado vitales para evitar cientos de enfermedades infecciosas y reducir la mortalidad infantil con el precio de que han aumentado exponencialmente las alergias.

Carbohidratos y enfermedades crónicas no transmisibles

Enfermedades como la diabetes 2, la obesidad o las afecciones cardiacas están motivadas en el alto consumo de carbohidratos y a que nos hayamos alejado de las dietas ancestrales consistentes básicamente en el consumo de proteína y grasas.

Esta creencia es falsa

Ninguna enfermedad tiene una única causa y siempre intervienen muchas variables. En el caso de estas enfermedades es la confluencia de:

  • el consumo de alimentos ultraprocesados a los que efectivamente nuestro cuerpo no está adaptado. Además ofrecen un gran número de calorías con un aporte nutricional muy bajo, estando concebidos para que, por su hiperpalatabilidad, sea muy difícil ofrecer resistencia a su consumo.
  • un entorno que favorece comer muchas veces a lo largo de todo el día 
  • un estilo de vida donde se ha reducido la necesidad de estar en movimiento, convirtiendo a la gran mayoría de la población en sedentaria
  • y un largo etcétera

Por otra parte nuestros ancestros tenían una dieta que podríamos denominar oportunista. Comían lo que podían, cuando podían. No me imagino a nadie hace 300.000 o 400.000 años haciendo ascos a unos tubérculos, la miel o unas frutas… el homo sapiens es omnívoro lo que implica que tampoco hay justificación alguna para las dietas carnívoras o para las veganas, a menos que estas últimas estén motivadas por las convicciones éticas de la persona que las practica.

Correr es muy saludable

Correr es una práctica saludable enraizada en la manera en la que nuestros antepasados cazaban, agotando a sus presas que no podían mantenerse corriendo tanto tiempo como los humanos.

Esta creencia es falsa

Nuestros ancestros efectivamente corrían, pero realizaban sprints y descansaban como si de un ejercicio de HIIT se tratara. 

En ningún caso corrían una maratón durante dos o tres horas. De hecho, la persona que protagonizó la primera carrera de este tipo, murió tras alcanzar Atenas…

Correr largas distancias puede resultar satisfactorio para algunas personas, pero puede traer algunas complicaciones a largo plazo. Sin embargo, correr distancias moderadas o haciendo sprints es más razonable a nivel evolutivo y aporta las mismas ventajas que correr grandes distancias.

Ahora hay una mayor prevalencia del cáncer de ovarios

La prevalencia del cáncer de ovarios es mayor en este momento de lo que lo era hace tiempo.

Esta creencia es verdadera

Se ha observado que la probabilidad de padecer cáncer en el aparato reproductor femenino aumenta según aumenta el número de ciclos menstruales que experimenta la mujer. 

La probabilidad es máxima en mujeres que tuvieron la menarquía muy pronto y la menopausia muy tarde, sin interrupciones en los ciclos menstruales a causa de embarazos. 

Esta circunstancia no sucedía en sociedades prehistóricas donde la menstruación se suspendía por largos períodos de lactancia o la esperanza de vida era menor.

Antes no había miopes

En las sociedades antiguas no existía la miopía y se trata de una enfermedad moderna.

Esta afirmación es falsa

La miopía es una enfermedad de base genética, con un componente hereditario muy importante, que afecta al 25 % de los individuos. Así siempre ha habido miopes.

Pero actualmente la intensidad con la que se padece esta enfermedad es mayor debido a varios factores propios de la vida moderna: uso intensivo de la vista para la lectoescritura desde temprana edad, fijación de la mirada a corta y media distancia (en las ciudades no se ve a larga distancia…, nos topamos con un edificio…), etc.

Las caries son un fenómeno moderno

La caries es una enfermedad dental que se corresponde con una alimentación donde predominan los carbohidratos y por ello se debe optar por una dieta carnívora.

Esta afirmación es falsa

La caries siempre ha acompañado al hombre y, aunque efectivamente están producidas por la ingesta de carbohidratos y una mala higiene bucal, su mayor incidencia actual se debe al aumento del consumo de azúcar que se ha producido en los dos últimos siglos.

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Ideas clave

  • Donde más invenciones se producen, sin lugar a dudas, es cuando se hace referencia a nuestro pasado evolutivo. Quizá porque es un área de estudio donde poca gente realmente tiene conocimientos o porque enraizar una afirmación en el pasado pareciera que la dota de autoridad o simplemente porque está de moda hablar del paleolítico. 
  • Pero lo cierto es que son tantas las tonterías que se ven en internet que buscan su legitimidad en nuestro pasado evolutivo, que he decidido hacer una pequeña recopilación y, brevemente, determinar cuánto de verdad hay y cuánto de mentira en una variedad de temas que circulan por la red.
  • Antes que nada, comentar que la medicina evolutiva es una visión de la enfermedad y la salud con todo el respaldo de la evidencia científica (y es una de las bases de nuestros tratamientos médicos antienvejecimiento) que nos permite tratar de manera eficaz la gran mayoría de enfermedades crónicas no transmisibles que se padecen conforme nos hacemos mayores.
  • Así, la medicina evolutiva no se pregunta el cómo sino el por qué la evolución ha moldeado estos mecanismos de manera que un individuo pueda ser susceptible a una u otra afección. Encontrar y entender este “por qué” permite en muchas ocasiones abordar una enfermedad teniendo en cuenta el contexto o las preferencias de cada persona permitiendo el diseño de intervenciones tremendamente eficaces, muy sencillas de aplicar y con un alto grado de adherencia.
  • Es decir, los humanos evolucionamos para vivir como cazadores-recolectores en grupos pequeños, acechados por innumerables peligros, en un ambiente de escasez de recursos, etc.
  • En este contexto evolucionamos en los últimos, digamos, 2 millones de años. Pero desde hace 10.000 años, una conjunción de factores (la invención de la agricultura, la domesticación de animales, la creación de las primeras ciudades, etc.) cambió para siempre este modo de vivir para encontrarnos hoy habitando en ciudades con millones de habitantes, en pisos pequeños, sin contacto con la naturaleza, con fuentes de estrés y ansiedad “invisibles”, pero que se nos hacen muy reales, etc.
  • Sin embargo, nuestro organismo sigue siendo el de ese homo sapiens que salía a buscar bayas o lo que encontrara al bosque o prado cercano, comía lo que podía cuando podía, corría o trepaba a un árbol si intuía o atisbaba el menor peligro, compartía sus vivencias y sus miedos con sus congéneres en torno a un fuego reparador y se iba a dormir con la caída del Sol...
  • De esa forma de vida no hay ya ni rastro. En sólo 10.000 años. Hoy nos transportamos sin esfuerzo físico alguno (desde coches hasta aviones, pasando por patinetes eléctricos), vamos a hacer la compra en lugares con una oferta de productos deliciosos (aunque insanos) inabarcable, nos pasamos las noches mirando el móvil o pegados a la televisión y nuestras relaciones sociales, en el mejor de los casos, son escasas y superficiales.
  • De hecho, el 70% de las enfermedades que padecemos conforme envejecemos tienen su raíz en nuestros hábitos de vida, especialmente aquellos que practicamos a partir de los 40 años. Y estos hábitos de vida son los que practicamos porque vivimos en el entorno que vivimos. Parte de nuestro trabajo de sanación y divulgación es intentar que adoptemos nuestro entorno a lo que nuestro organismo necesita y no al revés (una tarea que, por cierto, no resulta sencilla).
  • Sentadas las bases del papel del desajuste actual entre nuestra forma de vida occidental y cómo ha evolucionado nuestro organismo, echemos un ojo a algunas afirmaciones que nos podemos encontrar en internet sobre este tema.
  • La explosión de alergias que asola a cada vez más personas es muchas veces explicada porque nuestro sistema inmunitario no ha sido, durante los primeros años, entrenado para enfrentarse a los diferentes agentes que nos rodean por nuestra obsesión por la limpieza. Verdadero
  • Enfermedades como la diabetes 2, la obesidad o las afecciones cardiacas están motivadas en el alto consumo de carbohidratos y a que nos hayamos alejado de las dietas ancestrales consistentes básicamente en el consumo de proteína y grasas. Falso
  • Correr es una práctica saludable enraizada en la manera en la que nuestros antepasados cazaban, agotando a sus presas que no podían mantenerse corriendo tanto tiempo como los humanos. Falso
  • La prevalencia del cáncer de ovarios es mayor en este momento de lo que lo era hace tiempo. Verdadero
  • En las sociedades antiguas no existía la miopía y se trata de una enfermedad moderna. Falso
  • La caries es una enfermedad dental que se corresponde con una alimentación donde predominan los carbohidratos y por ello se debe optar por una dieta carnívora. Falso

Enfermedades relacionadas

Fuente: Arora BP. Anti-aging medicine. Indian J Plast Surg. 2008 Oct;41(Suppl):S130-3.  Son DH, Park WJ, Lee YJ. Recent Advances in Anti-Aging Medicine. Korean J Fam Med. 2019 Sep;40(5):289-296. doi: 10.4082/kjfm.19.0087. Epub 2019 Sep 20. 

Redacción: Marcelo Lewin

Supervisión editorial: Carlos Gutiérrez

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