
Longevidad en los Andes: ¿La altitud influye en la esperanza de vida?
La longevidad en los Andes ha sido objeto de interés durante décadas, especialmente por la aparente alta esperanza de vida en comunidades de altura como las de Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia. La pregunta es: ¿la altitud influye realmente en la esperanza de vida?
Índice
- Factores que vinculan altitud con longevidad
- ¿Qué dice la ciencia acerca de la relación entre longevidad y altitud?
- ¿Cómo afecta la altitud a la mortalidad cardiovascular y cerebrovascular?
- ¿Cómo influye la altitud en la mortalidad por cáncer?
Factores que vinculan altitud con longevidad
1. Hipoxia intermitente leve
Estimula procesos celulares de adaptación metabólica, como el aumento de eritropoyetina y la formación de vasos sanguíneos (angiogénesis).
Puede activar genes protectores relacionados con la longevidad.
Estudios en animales muestran que hipoxia intermitente puede aumentar la longevidad al mejorar la eficiencia energética celular.
2. Mayor actividad física natural
Los terrenos montañosos fomentan un estilo de vida físicamente activo. Esto reduce factores de riesgo como obesidad, hipertensión y diabetes.
3. Menor contaminación del aire
Las regiones altas suelen tener un aire más limpio, lo cual se asocia con menos enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
4. Dieta tradicional rica en fibras y antioxidantes
Las dietas andinas (papas, quinua, maíz, vegetales) son naturalmente antiinflamatorias y tienen un menor consumo de alimentos ultraprocesados.
5. Factores sociales y culturales
Alta cohesión familiar, bajo estrés y valores comunitarios fuertes también contribuyen a la longevidad.
¿Qué dice la ciencia acerca de la relación entre longevidad y altitud?
El clima de gran altitud comprende un conjunto de condiciones que podrían modificar la morbilidad y la mortalidad de aproximadamente 400 millones de personas que residen permanentemente a altitudes superiores a los 1.500 metros. Sin embargo, los datos epidemiológicos sobre los efectos de la vida a gran altitud en la mortalidad por enfermedades graves son inconsistentes, probablemente debido a diferencias étnicas, factores de comportamiento y las complejas interacciones con las condiciones ambientales.
Los datos disponibles indican que residir a mayor altitud se asocia con una menor mortalidad por enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y ciertos tipos de cáncer. En cambio, la mortalidad por EPOC, y probablemente también por infecciones de las vías respiratorias inferiores, es bastante elevada. Se podría argumentar que las altitudes moderadas ofrecen mayor protección que las altitudes altas o incluso muy altas. Si bien vivir a mayor altitud puede con frecuencia proteger del desarrollo de enfermedades, podría afectar negativamente la mortalidad cuando estas progresan.
La baja presión barométrica y la baja presión parcial de oxígeno asociada (hipoxia) y el aumento de la radiación ultravioleta son componentes del clima de gran altitud que probablemente interactúan de forma compleja con los genes y otros factores ambientales. Además, los resultados se verán influenciados por la altitud (altitud moderada: 1.500-2.500 m; altitud alta: 2.500-3.500 m; altitud muy alta: > 3.500 m), las condiciones laborales y de vivienda, los patrones de comportamiento como la actividad física, la nutrición, el consumo de tabaco y alcohol, y la disponibilidad de atención médica. Es evidente que algunas de las condiciones asociadas a la altitud pueden tener diferentes impactos en los factores de riesgo para el desarrollo de diversas enfermedades y la mortalidad o la esperanza de vida asociadas.
Un estudio en La Paz (3.600 m) y otras regiones del altiplano boliviano mostró que personas mayores de 60 años presentaban mejor salud cardiovascular que personas de zonas bajas, a pesar de tener menos acceso a salud formal. Esto puede deberse a que la hipoxia moderada crónica, que estimula la angiogénesis, reduce la obesidad y mejora la eficiencia metabólica.
Un análisis del INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática de Perú) reveló que regiones altoandinas como Apurímac, Huancavelica y Ayacucho tienen una esperanza de vida superior a la media nacional, incluso con menores ingresos per cápita.
Datos epidemiológicos indican menor prevalencia de enfermedades como cáncer y enfermedades cardiovasculares en comunidades indígenas a más de 2.500 m. También se observó mayor actividad física diaria y dietas menos procesadas.
En EE UU, se halló una correlación positiva entre vivir a más de 1.500 metros y una mayor longevidad masculina, ajustado por factores socioeconómicos. Las mujeres vivían en promedio 1.2 años más y los hombres 1.6 años más.
No todas las personas se benefician igual de la altitud: algunos sufren de enfermedades relacionadas con altitud, como hipertensión pulmonar o preeclampsia. La adaptación genética de poblaciones andinas (como los quechuas y aimaras) juega un papel: tienen variantes genéticas que mejoran la oxigenación (ej. mayor capacidad pulmonar, más hemoglobina).
El acceso a la salud también es limitado en muchas zonas, lo cual puede contrarrestar algunos beneficios fisiológicos.
La altitud parece favorecer ciertos aspectos fisiológicos que podrían contribuir a una mayor longevidad, si se combinan con factores como buena alimentación, baja exposición a contaminantes y estilos de vida activos.
¿Cómo afecta la altitud a la mortalidad cardiovascular y cerebrovascular?
Aunque se ha sugerido que las personas en zonas altas son más activas físicamente, la evidencia reciente no considera esto como la explicación principal de su mayor esperanza de vida. Sin embargo, el terreno montañoso favorece el ejercicio diario intenso, lo que mejora la condición física.
Existe una relación dosis-respuesta entre condición física y menor mortalidad: personas con capacidad de ejercicio de 5–7 METs tienen un 20% menos de riesgo de muerte. Caminar cuesta arriba en altitud equivale a este nivel de esfuerzo. Aun así, en personas con enfermedades avanzadas, el esfuerzo en altura puede aumentar el riesgo de mortalidad.
La hipoxia moderada (hasta 2.500 m) puede inducir adaptaciones beneficiosas:
- Activación del factor inducible por hipoxia (HIF-1), que regula procesos protectores como angiogénesis, metabolismo y formación de glóbulos rojos.
- Presión arterial más baja y colesterol LDL reducido en residentes de mayor altitud.
- Menores niveles de hepcidina (relacionada con la aterosclerosis), lo que mejora el metabolismo del hierro.
- El ejercicio en altitud crea un efecto de hipoxia intermitente, que estimula mecanismos de defensa cardiovascular, cerebral y frente al estrés.
- Actividades como el esquí podrían reducir hipertensión, colesterol alto, diabetes y estrés mental gracias a este fenómeno.
En cuanto a la radiación ultravioleta (UV), aumenta un 10% por cada 300 m de altitud. Esto estimula la producción de vitamina D, que puede proteger contra enfermedades cardiovasculares al reducir el riesgo de trombosis y mejorar la sensibilidad a la insulina. La deficiencia de vitamina D, en cambio, se asocia a hipertensión, inflamación y diabetes.
La menor contaminación a mayor altitud también puede proteger el sistema cardiovascular. La exposición prolongada a contaminantes aumenta el riesgo de trombosis, arritmias e inflamación, promoviendo la aterosclerosis.
¿Cómo influye la altitud en la mortalidad por cáncer?
Factores que podrían proteger contra el desarrollo del cáncer en altitud:
• Alteraciones celulares: Algunos estudios iniciales sugirieron que la mayor alcalinidad celular en altitudes podría inhibir la mitosis y el crecimiento tumoral.
• Vitamina D y radiación UV:
- Mayor exposición a radiación UV en altitud eleva los niveles de vitamina D.
- La vitamina D activa:
- Inhibe la proliferación celular.
- Promueve la diferenciación celular normal.
- Estabiliza la estructura cromosómica.
- Protege contra mutaciones y aberraciones genéticas.
• Actividad física: Las personas en zonas altas suelen tener una vida más activa físicamente, lo que puede reducir el riesgo de desarrollar cáncer (hasta en un 40%, especialmente de colon y mama).
Factores que podrían aumentar la mortalidad por cáncer en altitud:
• Hipoxia y HIF-1:
En pacientes con cáncer, la hipoxia estabiliza HIF-1, un factor que:
- Promueve angiogénesis, glucólisis, invasión y metástasis.
- Puede favorecer la progresión y agresividad del tumor.
• Melanoma y radiación UV:
Aunque la radiación UV es un factor de riesgo principal para el melanoma cutáneo, su asociación con altitud es débil, probablemente por los efectos protectores de la vitamina D y el estilo de vida activo.
Vivir en altitud puede ofrecer cierta protección contra el desarrollo de varios tipos de cáncer, gracias a factores como la mayor vitamina D, menor proliferación celular y más actividad física.
Sin embargo, una vez que el cáncer se ha desarrollado, la hipoxia puede acelerar su progresión, lo que puede afectar negativamente la supervivencia. Por tanto, la relación entre altitud y mortalidad por cáncer es compleja y depende de factores biológicos, ambientales y conductuales.

Ideas clave
- Factores que vinculan altitud con longevidad: hipoxia intermitente leve: estimula mecanismos celulares adaptativos (como angiogénesis y producción de eritropoyetina). Activa genes protectores asociados a la longevidad. Mejora la eficiencia energética celular.
- Mayor actividad física natural: los terrenos montañosos favorecen el ejercicio diario, reduciendo obesidad, hipertensión y diabetes.
- Menor contaminación del aire: el aire más limpio reduce enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
- Dieta tradicional saludable: alta en fibra, antioxidantes y baja en ultraprocesados (papas, quinua, vegetales).
- Factores sociales y culturales: cohesión familiar, bajo estrés y fuertes valores comunitarios contribuyen a una vida más larga.
- Poblaciones a más de 1.500 m muestran menor mortalidad por enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y accidentes cerebrovasculares.
- Mayor mortalidad por EPOC y enfermedades respiratorias, especialmente en altitudes muy elevadas.
- La hipoxia moderada crónica puede ofrecer beneficios metabólicos (mayor eficiencia, menor obesidad).
- Estudios en Bolivia y Perú muestran mejor salud cardiovascular y mayor esperanza de vida en zonas altoandinas, incluso con bajos ingresos.
- En EE. UU., se encontró una mayor longevidad en personas que viven a más de 1.500 m, especialmente en hombres.
- La adaptación genética (como en quechuas y aimaras) mejora la oxigenación y puede explicar algunos beneficios.
- El acceso limitado a servicios de salud en zonas altas puede contrarrestar parte de los efectos beneficiosos.
- La actividad física intensa en altitud (caminar cuesta arriba) mejora la condición física, reduciendo riesgo de muerte.
- La hipoxia moderada activa mecanismos protectores como HIF-1, que mejora el metabolismo, la presión arterial y el colesterol.
- La radiación UV estimula la vitamina D, lo que reduce el riesgo de trombosis y mejora la sensibilidad a la insulina.
- La menor contaminación protege contra enfermedades cardiovasculares al reducir inflamación y aterosclerosis.
- Factores de riesgo: Hipoxia en tumores estabiliza HIF-1, que puede fomentar crecimiento, metástasis e invasión. Radiación UV podría aumentar riesgo de melanoma, aunque el efecto parece compensado por vitamina D y estilos de vida activos.
Enfermedades relacionadas
Fuente:
- Burtscher M. Effects of living at higher altitudes on mortality: a narrative review. Aging Dis. 2013 Dec 5;5(4):274-80. doi: 10.14336/AD.2014.0500274.
- Zubieta-Calleja, Gustavo, Zubieta-DeUrioste, Natalia, Extended Longevity at high altitude: Benefits of exposure to Chronic Hypoxia, https://www.researchgate.net/publication/320138929_Extended_Longevity_at_high_altitude_Benefits_of_exposure_to_Chronic_Hypoxia
- Basso, C. et al. Journal of Applied Physiology, 2007. https://doi.org/10.1152/japplphysiol.01139.2006
- Faeh D. et al., International Journal of Epidemiology, 2009. https://doi.org/10.1093/ije/dyn163
- Pan American Health Organization (PAHO), Reportes de Salud Bolivia, 2016.
- Julian CG. "Altitude adaptation and human evolution." Physiology, 2017. PMID: 28408462
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