La ciudad nos enferma: ¿y si el mar o la montaña fueran la medicina?

La ciudad nos enferma: ¿y si el mar o la montaña fueran la medicina?

La urbanización trae beneficios económicos y sociales, pero también un coste real en salud pública: mayor carga de enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, obesidad, cáncer, asma y enfermedades mentales. La falta de espacios verdes, entornos poco caminables, contaminación aérea, dietas ultra-procesadas y calor excesivo concentran estos riesgos en las grandes ciudades. Vivir cerca del mar o en la montaña puede ayudarnos a mejorar nuestra salud.

Índice

¿Y si vivir en la ciudad nos está enfermando?

En 2025 se estiman 41 millones de muertes globales por ECNT (como cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes y problemas mentales), representando el 74 % de todas las muertes. La urbanización se identifica como uno de los principales impulsores de esta crisis.

Según la OMS, 91 % de la población urbana respira aire contaminado, y esto incrementa la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, respiratorias, cáncer e incluso diabetes.

El aire contaminado provoca aproximadamente 4,2 millones de muertes al año, la inactividad física 3,2 millones, y los accidentes de tráfico urbanos otros 1,3 millones.

Contaminación del aire → aumenta mortalidad por todas las causas.

• Ruido constante → deterioro cognitivo y trastornos del sueño.

• Estrés crónico y sobreestimulación → eje HHA hiperactivado.

• Falta de naturaleza → déficit de restauración mental y física.

Son muchos los estudios que han demostrado que vivir en grandes ciudades aumenta el riesgo de estas enfermedades crónicas. El estudio Six Cities (más de 8.000 adultos) y su réplica en la cohorte ACS (más de 552.000 personas en 151 ciudades) mostraron que vivir en ciudades con más partículas finas (PM₂.₅) aumenta la mortalidad por enfermedades cardiopulmonares y cáncer pulmonar.

En India, un estudio en Delhi y Chennai registró una prevalencia de diabetes tipo 2 más de 2.5 veces mayor en zonas urbanas que en áreas rurales, atribuida al alto nivel de PM₂.₅ en la contaminación del aire.

Y no solo afecta a la salud física, también a nuestra salud mental. Tras analizar a 14.800 personas que se mudaron dentro de Bradford en 2021, se observó un aumento del 11 % en el riesgo de desarrollar depresión o ansiedad para quienes se desplazaron a zonas con mayor contaminación por partículas, incluso tras ajustar por condiciones socioeconómicas.

La falta de espacios verdes en entornos urbanos está relacionada con mayor prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), estrés mental y baja cohesión social. En contraste, vivir en áreas más verdes mejora el bienestar físico y emocional, independientemente del nivel socioeconómico.

¿Vivir en la montaña alarga la vida?

Sí, existen varios estudios que apuntan a que vivir en altitudes moderadas (1.000–2.000 m) puede asociarse con una mayor esperanza de vida.

Entre los beneficios observados de vivir en la montaña encontramos:

1. Menor incidencia de enfermedad cardiovascular: Hipótesis relacionadas con una mayor vasodilatación, menor oxígeno (que entrena al cuerpo), y más actividad física por la geografía del terreno. Un estudio en EE.UU. con más de 20.000 personas mostró una menor tasa de mortalidad por enfermedades del corazón en zonas de altitud moderada.

Un análisis longitudinal de toda la población de Suiza alemana (1990–2000) mostró una disminución consistente en la mortalidad por cardiopatía coronaria (–22 % por cada 1.000 m) y por accidente cerebrovascular (–12 % por cada 1.000 m). El hecho de haber nacido en zonas altas también añadió un efecto protector independiente.

Otro estudio en población peruana ajustó por múltiples factores y encontró que vivir a más de 2.500 m se asoció con un menor riesgo cardiovascular.

2. Mayor capacidad antioxidante endógena por la adaptación al estrés hipóxico, lo que puede generar una especie de "hormesis natural".

Un estudio ecológico sobre 467.834 fallecimientos en 10 años halló que vivir por encima de 1.000 m se asociaba con tasas de mortalidad estandarizadas más bajas: −19 22 % en hombres y −22 31 % en mujeres, particularmente por enfermedades circulatorias y cáncer.

3. Ambientes menos contaminados, con mejor calidad del aire y menos ruido.

4. Mayor actividad física basal por la inclinación del terreno y acceso a la naturaleza. Entre casi un millón de pacientes, aquellos que residían a ≥ 1.800 m tuvieron hasta un 31 % menos infartos, 27 % menos accidentes cerebrovasculares y 19 % menos muertes cardiovasculares en comparación con pacientes al nivel del mar.

Limitaciones o riesgos:

• Hipoxia crónica en personas vulnerables.

• Una revisión narrativa concluye que vivir a altitudes moderadas parece reducir la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y ciertos cánceres, mientras que a altitudes muy altas (> 2.500–3.000 m) puede aumentar el riesgo por enfermedades respiratorias o hipotensión severa.

• Al superar los ~1.500–2.000 m, se documentan mayores tasas de disfunción diastólica cardíaca, hipertensión en determinadas poblaciones, y en personas hipertensas un incremento del 10 20 % en la mortalidad, según estudios recientes en zonas altas de China y Lhasa (Tíbet).

• Mayor dificultad de acceso a servicios sanitarios en zonas rurales.

¿Y vivir cerca del mar?

También tiene beneficios claros para la salud, aunque por mecanismos algo distintos:

Ventajas documentadas:

- Reducción del estrés y mejor salud mental: El llamado blue space effect. Solo mirar el mar parece reducir el cortisol.

Artículos y estudios recientes destacan cómo vivir cerca del mar o en zonas costeras mejora la salud mental, reduce el estrés, mejora el sueño y eleva los niveles de vitamina D. Incluso sonidos como el oleaje tienen efectos relajantes comparables o superiores a la música.

- Mejoras en el sueño, el sistema inmune y el estado de ánimo: A través del contacto regular con el entorno natural y baños de mar.

La inmersión en agua fría se ha asociado a reducción de la inflamación, mejora metabólica, elevación de dopamina y efectos antioxidantes.

- Mayor exposición solar (en climas cálidos y soleados), lo que puede traducirse en mejores niveles de vitamina D, algo esencial para el sistema inmune, los huesos y la longevidad. Un estudio sugiere una asociación inversa entre niveles de vitamina D y mortalidad por todas las causas.

Desventajas o limitaciones:

• En zonas muy turísticas o urbanizadas, puede haber más ruido, contaminación o estrés social.

• Exceso de sol sin protección = envejecimiento cutáneo y mayor riesgo de cáncer de piel.

¿Más horas de sol = más longevidad?

Existe una curva en J o en U: es decir, tanto muy poca como demasiada exposición solar pueden ser perjudiciales. Pero en términos generales:

• Una exposición solar moderada y regular está asociada con menor mortalidad. Un estudio mostró que mujeres con más exposición solar vivían más, incluso teniendo en cuenta el mayor riesgo de cáncer de piel.

• El mecanismo más aceptado es vía síntesis de vitamina D, aunque también se han propuesto roles de la radiación UV en la liberación de óxido nítrico (vasodilatador y protector cardiovascular).

En resumen, la montaña parece asociarse a menor riesgo cardiovascular y mayor activación metabólica y la playa mejora más la salud mental, el sueño y los niveles de vitamina D, factores también cruciales para la longevidad.

Pero como no siempre se puede elegir dónde se vive, debes centrarte en cómo vives: movimiento, conexión con la naturaleza, relaciones sociales y exposición saludable al sol son claves comunes, tanto si vives entre olas como entre pinos.

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Ideas clave

  • En 2025, se estima que las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) (como cáncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes) causarán el 74 % de las muertes globales.
  • Factores urbanos que contribuyen a estas enfermedades: Contaminación del aire (afecta al 91 % de la población urbana): asociada con 4,2 millones de muertes anuales.
  • Ruido constante: deteriora el sueño y la función cognitiva.
  • Estrés crónico y sobreestimulación: altera el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA).
  • Falta de contacto con la naturaleza: reduce la capacidad de recuperación física y mental.
  • Estudios clave: Six Cities y ACS: vivir en zonas con alta concentración de PM₂.₅ aumenta la mortalidad por enfermedades cardiopulmonares.
  • En India, zonas urbanas presentan hasta 2,5 veces más diabetes tipo 2 que zonas rurales.
  • En Bradford (Reino Unido), mudarse a zonas más contaminadas se asoció con un 11 % más de riesgo de ansiedad o depresión.
  • Vivir en la montaña: beneficios y riesgos Beneficios: Menor riesgo cardiovascular: por adaptación a menor oxígeno y mayor actividad física.
  • Mayor capacidad antioxidante natural: gracias a la exposición crónica a hipoxia leve.
  • Aire más limpio y menos ruido. Más actividad física basal.
  • Estudios en EE.UU., Suiza y Perú muestran menos infartos, ACV y mortalidad por enfermedades del corazón en altitudes moderadas (1.000–2.000 m).
  • Riesgos: Hipoxia crónica en personas vulnerables. Mayor riesgo de hipertensión o disfunción cardíaca en altitudes superiores a 2.500 m. Acceso limitado a servicios de salud.
  • Vivir cerca del mar: efectos positivos Ventajas: Reducción del estrés y mejora de la salud mental (efecto blue space).
  • Mejor sueño, inmunidad y estado de ánimo.
  • Baños de mar y exposición solar: aumentan dopamina, reducen inflamación, y elevan vitamina D, esencial para la longevidad.
  • Desventajas: En zonas turísticas puede haber más ruido y contaminación. Exceso de sol sin protección: riesgo de cáncer de piel. Exceso de sol sin protección: riesgo de cáncer de piel.
  • ¿Más sol = más años de vida? Existe una curva en J: tanto la carencia como el exceso de sol son perjudiciales. Exposición solar moderada mejora la longevidad, principalmente por su efecto en la producción de vitamina D y óxido nítrico, un vasodilatador protector cardiovascular.
  • La vida urbana puede deteriorar la salud por múltiples vías: contaminación, estrés, ruido y falta de naturaleza. Vivir en la montaña favorece la salud cardiovascular y metabólica; vivir en la costa mejora el bienestar mental y los niveles de vitamina D.
  • Lo más importante no es tanto dónde se vive, sino cómo se vive: incluir naturaleza, actividad física, conexión social y sol saludable puede contrarrestar muchos efectos negativos del entorno urbano.

Enfermedades relacionadas

Fuente:

  • Ezzati M, Murray Horwitz ME, Thomas DS, Friedman AB, Roach R, Clark T, Murray CJ, Honigman B. Altitude, life expectancy and mortality from ischaemic heart disease, stroke, COPD and cancers: national population-based analysis of US counties. J Epidemiol Community Health. 2012 Jul;66(7):e17. doi: 10.1136/jech.2010.112938. Epub 2011 Mar 15. Erratum in: J Epidemiol Community Health. 2023 Nov;77(11):752. doi: 10.1136/jech.2010.112938.corr1. PMID: 21406589. https://doi.org/10.1136/jech.2010.112938
 
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  • Garland CF, Gorham ED, Mohr SB, Garland FC. Vitamin D for cancer prevention: global perspective. Ann Epidemiol. 2009 Jul;19(7):468-83. doi: 10.1016/j.annepidem.2009.03.021. PMID: 19523595.
 
  • Lindqvist PG, Epstein E, Nielsen K, Landin-Olsson M, Ingvar C, Olsson H. Avoidance of sun exposure as a risk factor for major causes of death: a competing risk analysis of the Melanoma in Southern Sweden cohort. J Intern Med. 2016 Oct;280(4):375-87. doi: 10.1111/joim.12496. Epub 2016 Mar 16. PMID: 26992108.
   
  • Burtscher J, Millet GP, Burtscher M. Does living at moderate altitudes in Austria affect mortality rates of various causes? An ecological study. BMJ Open. 2021 Jun 3;11(6):e048520. doi: 10.1136/bmjopen-2020-048520. PMID: 34083346; PMCID: PMC8183194.
 
  • Burtscher M. Effects of living at higher altitudes on mortality: a narrative review. Aging Dis. 2013 Dec 5;5(4):274-80. doi: 10.14336/AD.2014.0500274. PMID: 25110611; PMCID: PMC4113517.
 
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Redacción: Irene García

Supervisión editorial: Carlos Gutiérrez

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