¿Cómo afecta la contaminación del aire a las enfermedades cardiovasculares?

¿Cómo afecta la contaminación del aire a las enfermedades cardiovasculares?

La contaminación amosférica es uno de los principales contribuyentes a la carga mundial de enfermedades y, de hecho, los datos indican que el 12% de todas las muertes anuales está causado por la contaminación del aire exterior y doméstica. Mucha gente sabe que la contaminación del aire afecta a las enfermedades respiratorias, pero ¿sabías que también influye en el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares?

Índice

La contaminación y las enfermedades cardiovasculares

El 50 % de los 6,7 millones de muertes que se atribuyen a la contaminación del aire se deben a enfermedades cardiovasculares. A nivel mundial, casi el 20% de las muertes por enfermedades cardiovasculares están causadas por la contaminación atmosférica, lo que significa que provoca más muertes que otros factores de riesgo como el colesterol LDL alto, la obesidad, el sedentarismo o el consumo de alcohol. Solo se encuentra por detrás de presión arterial alta, fumar y una dieta inadecuada.

A nivel mundial, la contaminación del aire contribuye a una pérdida promedio de esperanza de vida de 20 meses, casi tan alta como la del consumo de tabaco (22 meses), con pérdidas de 2,5 años en el sur de Asia.

A pesar de la creciente conciencia sobre el impacto de la contaminación del aire en la salud de la población, todavía queda mucho que hacer y, además, se debe tener en cuenta el impacto de la contaminación del aire en las enfermedades cardiovasculares como un medio para alcanzar el objetivo de la Federación Mundial del Corazón de una reducción del 25% en la mortalidad cardiovascular prematura para 2025.

Cuando hablamos de contaminación del aire nos referimos a una serie de sustancias peligrosas para la salud que se encuentran suspendidas en el aire que respiramos procedentes de diversas fuentes. Los contaminantes más habituales son los materiales particulados (PM), ozono y dióxido de nitrógeno (NO2), pero hay muchas más sustancias perjudiciales en la atmósfera.

Todas ellas son perjudiciales para la salud, pero si hablamos de la salud cardiovascular, de la que más evidencia existe es del material particulado, que influyen en la cardiopatía isquémica, la aterosclerosis y el accidente cerebrovascular, así como en otras enfermedades como el cáncer de pulmón, EPOC, diabetes tipo 2, problemas en el embarazo, etc.

Los estudios realizados en áreas urbanas a nivel mundial (las más contaminadas) indican una asociación consistente entre la variabilidad a corto plazo en material particulado y las muertes por enfermedades cardiovasculares.

Mientras que el ozono se asocia principalmente con el aumento de enfermedades respiratorias, como EPOC, o metabólicas. Y el dióxido de nitrógeno (causado principalmente por el tráfico de vehículos), aumenta el asma infantil y la mortalidad diaria.

¿Cómo afecta el material particulado a los eventos cardiovasculares?

La inhalación de estas partículas por parte del organismo activa el estrés oxidativo y la inflamación, a la vez que causa un desequilibrio autonómico. Asimismo, la traslocación de los componentes de la mezcla de material particulado (partículas ultrafinas o constituyentes específicos) a la circulación sistémica favorecen la progresión de la aterosclerosis, la hipertensión sistémica y pulmonar, el aumento de la vasoconstricción y la coagulación, problemas que pueden desencadenar eventos cardiovasculares agudos trombóticos y no trombóticos (síndromes coronarios agudos, insuficiencia cardíaca descompensada, ictus, infarto agudo de miocardio con riesgo vital).

Por lo tanto, la contaminación del aire es uno de los principales factores de riesgo modificables para la prevención y el tratamiento de la enfermedad cardiovascular, por lo que es necesario tomarse en serio la reducción de todo el mundo, niños y adultos, a la contaminación del aire.

Y no solo a la contaminación del aire exterior, sino que muchas personas, sobre todo en países de tercer mundo, están expuestos a la contaminación del aire doméstico por el uso de combustibles sólidos para cocinar.

Además, el cambio climático está provocando una mayor frecuencia y gravedad de los incendios forestales, lo que provoca episodios de humo que también son perjudiciales para la salud.

Y se ha comprobado que la reducción de la contaminación está directamente relacionada con el aumento de la esperanza de vida. Por ejemplo, en Estados Unidos, las reducciones en las concentraciones de material particulado gracias a una serie de normas y medidas ha permitido que aumente en un 15% la esperanza de vida en este país en los últimos 10 años.

¿Cómo podemos reducir la exposición a la contaminación del aire?

- Usar filtros para depurar y mejorar el aire en el interior de residencias, escuelas y lugares de trabajo.

- Integrar la contaminación del aire en los enfoques de manejo de enfermedades para tenerlo en cuenta.

- Tener en cuenta los índices de calidad del aire que publican los gobiernos de cada ciudad para saber cuándo es mejor realizar actividades al aire libre.

- Elegir lugares abiertos y con mucha vegetación para realizar caminatas o hacer deporte, como parques, bosques, etc.

- Ventilar nuestra casa a diario cuando menor contaminación y tráfico hay.

- No fumar ni dejar que se fume cerca de nosotros.

- Elegir un vehículo que contamine lo menos posible.

- Usar transportes sostenibles como la bicicleta, el transporte público, etc.

- Reciclar y reutilizar para reducir la fabricación de materiales que no necesitamos.

- Consumir productos de comercio local.

- Usar productos de limpieza ecológicos y sin tóxicos.

- Secar la ropa al aire libre.

- Vigilar el crecimiento de moho en zonas húmedas.

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Ideas clave

  • El 50 % de los 6,7 millones de muertes que se atribuyen a la contaminación del aire se deben a enfermedades cardiovasculares. A nivel mundial, casi el 20% de las muertes por enfermedades cardiovasculares están causadas por la contaminación atmosférica, lo que significa que provoca más muertes que otros factores de riesgo.
  • A nivel mundial, la contaminación del aire contribuye a una pérdida promedio de esperanza de vida de 20 meses, casi tan alta como la del consumo de tabaco.
  • Cuando hablamos de contaminación del aire nos referimos a una serie de sustancias peligrosas para la salud que se encuentran suspendidas en el aire que respiramos procedentes de diversas fuentes. Los contaminantes más habituales son los materiales particulados (PM), ozono y dióxido de nitrógeno (NO2), pero hay muchas más sustancias perjudiciales en la atmósfera.
  • La inhalación de estas partículas por parte del organismo activa el estrés oxidativo y la inflamación, a la vez que causa un desequilibrio autonómico. Asimismo, la traslocación de los componentes de la mezcla de material particulado (partículas ultrafinas o constituyentes específicos) a la circulación sistémica favorecen la progresión de la aterosclerosis, la hipertensión sistémica y pulmonar, el aumento de la vasoconstricción y la coagulación, problemas que pueden desencadenar eventos cardiovasculares agudos trombóticos y no trombóticos.
  • Y no solo a la contaminación del aire exterior, sino que muchas personas, sobre todo en países de tercer mundo, están expuestos a la contaminación del aire doméstico por el uso de combustibles sólidos para cocinar.
  • Para reducir la exposición a la contaminación se deben usar filtros para depurar y mejorar el aire, tener en cuenta los índices de calidad del aire al salir a hacer deporte, pasar todo el tiempo posible en la naturaleza, ventilar a diario, no fumar, usar transportes sostenibles, etc.

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Fuente: Michael Brauer, Barbara Casadei, Robert A. Harrington, Richard Kovacs, Karen Sliwa, Michael Brauer, Narantuya Davaakhuu, Michael Hadley, Daniel Kass, Mark Miller, Maria Consuelo Escamilla Nuñez, Dorairaj Prabhakaran, Ta-Chen Su, Ilonca C.H. Vaartjes, Rajesh Vedanthan, Taking a Stand Against Air Pollution—The Impact on Cardiovascular Disease: A Joint Opinion from the World Heart Federation, American College of Cardiology, American Heart Association, and the European Society of Cardiology, Journal of the American College of Cardiology, Volume 77, Issue 13, 2021, https://doi.org/10.1016/j.jacc.2020.12.003.

Redacción: Irene García

Supervisión editorial: Tomás Duraj

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