¿Por qué cuando haces pop ya no hay stop?

¿Por qué cuando haces pop ya no hay stop?

Aunque este eslogan publicitario ya hace algunos años que no es utilizado, tengo la certeza absoluta que todas las personas que leen este post saben a qué producto y marca se refiere. Lo que quizá no saben, y es lo que abordaremos a continuación, es el por qué y cuáles son los mecanismos de acción mediante los cuales deseamos comer productos ultraprocesados y, una vez que los probamos, nos resulta muy difícil parar de comerlos, en ocasiones de manera compulsiva.

Índice

Cuando consumimos ciertos alimentos, especialmente aquellos con alto contenido de azúcar, grasa o sal, nuestros centros de recompensa cerebral se activan, liberando neurotransmisores como la dopamina que nos hacen sentir placer y satisfacción. 

Esta respuesta está arraigada en nuestra historia evolutiva, donde los alimentos energéticamente densos eran cruciales para la supervivencia de manera que estamos “programados” para buscar y disfrutar combinaciones de este tipo que, en la práctica, eran muy difíciles de conseguir hasta hace muy poco, pero que ahora están al alcance de la mano de manera muy sencilla y conveniente.

En este sentido, es importante señalar que si “caemos” en este tipo de comportamientos tenemos que ser muy indulgentes con nosotros mismos. 

¿Por qué?

Porque los productos ultraprocesados están diseñados específicamente para suscitar el deseo de ser consumidos, desde los colores o forma del envase hasta su composición. Cada detalle ha sido concebido, por una legión de expertos y abundante financiación, para “aprovecharse” de nuestras “debilidades”. 

Y el resultado es más que previsible y visible. 

No es casual que el aumento de la obesidad y de todo tipo de enfermedades metabólicas es paralelo a la introducción y consolidación de este tipo de productos en nuestra alimentación.

¿Qué son realmente los alimentos ultraprocesados?

Los alimentos ultraprocesados son productos alimenticios que han sido sometidos a múltiples procesos industriales para alcanzar el objetivo final de aumentar su consumo y, por lo tanto, sus ventas.

Esto implica que todas las variables del marketing mix son utilizadas para alcanzar este objetivo, que es importante señalar que nada tiene que ver con el de alimentarnos saludablemente.

Asi, en un alimento ultraprocesado:

  • La composición del producto incluye la adición de aditivos, conservantes, colorantes y otros ingredientes artificiales, siendo bajos en nutrientes esenciales y altos en calorías, grasas saturadas, azúcares y sodio. 

  • Los envases están diseñados para que los colores “entren” por nuestros ojos llamándonos la atención al tiempo que las raciones son siempre muy generosas.

  • Se encuentran en casi cualquier sitio, desde supermercados hasta gasolineras pasando por las máquinas de vending de hospitales…

  • Su precio es accesible a casi cualquier bolsillo ya que utiliza las materias primas más económicas posibles, preferentemente carbohidratos y grasas frente a proteínas. Esto hace que, pese a tener un “buen precio”, resulte muy rentable para el fabricante ya que los carbohidratos y grasas son muy económicos.

  • Las marcas, su comunicación en general, están presentes de manera reiterativa y constante en todo tipo de contexto (en televisión, redes sociales, en el punto de venta, a través de cartelería exterior, etc.) confiriéndoles un halo de confianza y familiaridad extrema.

Nada está dejado al azar para alcanzar el objetivo de vender más, sin importar si el producto es saludable o no o si puede tener un impacto en nuestra salud.

Sobre las estrategias de este tipo de productos se puede escribir un libro entero, pero veamos en detalle cómo logran, a través de su composición, volverse irresistibles.

Mecanismos Fisiológicos detrás de los Alimentos Ultraprocesados

Como comentábamos, el “diseño” de un producto ultraprocesado no es casual y en el mismo intervienen muchísimos expertos que, buscando nuestras “vulneralidades”, crean productos irresistibles.

A nivel composición del producto, operan en las siguientes dimensiones:

1. Palatabilidad Extrema

Los alimentos ultraprocesados están diseñados para ser altamente palatables, lo que significa que son irresistiblemente sabrosos. Los fabricantes utilizan una combinación precisa de grasas, azúcares, sal y aditivos para estimular nuestros receptores de sabor y activar centros de recompensa en el cerebro, lo que puede desencadenar respuestas de búsqueda y consumo compulsivo.

2. Impacto en los Sistemas de Regulación del Apetito

Los alimentos ultraprocesados tienden a ser bajos en fibra y proteínas, dos nutrientes clave que ayudan a promover la saciedad y a regular el apetito. Como resultado, consumir estos productos puede interferir con los mecanismos naturales de control del hambre y saciedad, lo que lleva a un aumento del consumo de calorías y al desarrollo de la obesidad.

Son muchos los estudios que señalan que las dietas ricas en alimentos ultraprocesados se asociaban con una mayor ingesta calórica total y un mayor riesgo de obesidad en comparación con las dietas basadas en alimentos frescos y no procesados.

3. Respuesta Dopaminérgica en el Cerebro

La ingesta de alimentos ultraprocesados puede desencadenar una respuesta dopaminérgica en el cerebro, similar a la observada con drogas adictivas como la cocaína o la heroína. Estos alimentos estimulan la liberación de dopamina, un neurotransmisor involucrado en el placer y la recompensa, lo que puede llevar a un ciclo de búsqueda y consumo compulsivo para obtener más gratificación.

Así, las dietas ricas en alimentos ultraprocesados pueden alterar la actividad de los circuitos neurales relacionados con la recompensa y la motivación, lo que contribuye a un aumento del consumo compulsivo y a cambios en la regulación del peso corporal.

Consecuencias para la Salud

Aunque esto es muy conocido, siempre vale la pena recordar que el consumo de alimentos ultraprocesados se ha asociado con una serie de consecuencias negativas para la salud, que van desde el aumento del riesgo de enfermedades crónicas hasta la disminución de la calidad de vida. Algunas de estas consecuencias incluyen:

  • Obesidad: El consumo regular de alimentos ultraprocesados puede contribuir al desarrollo de la obesidad debido a su alto contenido calórico, bajo valor nutricional y capacidad para interferir con los mecanismos de regulación del apetito.

  • Enfermedades Cardiovasculares: La ingesta excesiva de grasas saturadas, azúcares y sodio presentes en los alimentos ultraprocesados puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión, la enfermedad coronaria y el accidente cerebrovascular.

  • Diabetes Tipo 2: Los alimentos ultraprocesados suelen ser ricos en azúcares añadidos y carbohidratos refinados, lo que puede contribuir al desarrollo de la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2.

  • Impacto en la Salud Mental: El consumo regular de alimentos ultraprocesados se ha relacionado con un mayor riesgo de depresión, ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo, posiblemente debido a los efectos negativos en la función cerebral y el bienestar emocional.

Entonces… ¿qué tenemos que hacer?

Cómo hemos visto, el consumo de alimentos ultraprocesados es un fenómeno complejo que involucra una interacción entre factores biológicos, psicológicos y ambientales. 

Si bien estos productos pueden ser irresistiblemente sabrosos y convenientes, es importante reconocer los riesgos asociados con su consumo y tomar medidas para promover una alimentación más equilibrada y saludable.

¿Esto significa que nunca podemos comer algo “rico”?

No. Nuestro organismo está preparado para lidiar con este tipo de productos… siempre y cuando se consuman de muy de vez en cuando y no de manera continuada.

En este sentido, optar por alimentos frescos, naturales y no procesados, priorizar la cocina casera y leer cuidadosamente las etiquetas de los productos son algunas estrategias que pueden ayudar a reducir la ingesta de alimentos ultraprocesados y mejorar la salud a largo plazo. 

Al tomar decisiones conscientes sobre nuestra alimentación, podemos proteger nuestra salud y bienestar y disfrutar de una vida más plena y saludable.

Un último consejo: dado que es muy difícil resistirse a este tipo de productos (al fin y al cabo están precisamente diseñados por profesionales muy expertos para que sean irresistibles), la mejor manera de hacerlo es… evitarlos. 

Si no hay ultraprocesados en casa, no los comeremos (el autocontrol no es una opción en estos casos porque "cuando haces pop no hay stop…"), de manera que cuidarnos empieza a la hora de la compra sabiendo qué comprar y qué no.

¿Y qué pasa si uno está en la calle y tiene hambre? Si habitualmente comemos comida real es difícil tener hambre entre comidas, pero si tenemos hambre siempre es un buen recurso llevar encima cualquier snack saludable como frutas, verduras, frutos secos, etc.

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Ideas clave

  • Alimentos ultraprocesados y recompensa cerebral: los alimentos ricos en azúcar, grasa y sal activan los centros de recompensa en el cerebro, lo que desencadena placer y satisfacción, haciéndolos altamente deseables.
  • Además, estos productos están elaborados para maximizar el consumo, con envases atractivos, raciones generosas y precios accesibles, explotando nuestras "debilidades" evolutivas.
  •  Al ser bajos en fibra y proteínas, los alimentos ultraprocesados dificultan la regulación del apetito, lo que lleva a un aumento de la ingesta calórica y la obesidad.
  • Estos alimentos estimulan la liberación de dopamina en el cerebro, lo que puede crear un ciclo de búsqueda y consumo compulsivo, similar al de las adicciones.
  • El consumo regular de alimentos ultraprocesados se asocia con obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y problemas de salud mental, como depresión y ansiedad. 
  • Optar por alimentos frescos y no procesados, cocinar en casa y leer etiquetas son estrategias clave para reducir la ingesta de ultraprocesados y mejorar la salud.
  • La mejor estrategia para evitar caer en el consumo de estos productos es no tenerlos disponibles en casa y optar por snacks saludables cuando estamos fuera.

Enfermedades relacionadas

Fuente:

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Redacción: Marcelo Lewin

Supervisión editorial: Carlos Gutiérrez

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