¿Por qué es tan difícil cambiar de hábitos de vida?

¿Por qué es tan difícil cambiar de hábitos de vida?

Cambiar nuestros hábitos de vida, aunque sean perjudiciales para nuestra salud, es mucho más difícil de lo que parece... Descubre por qué y cómo tener éxito en esta empresa.

Índice

Gracias a los avances de la ciencia en general y la medicina en particular, todos aquellos que tenemos más de 50 años viviremos de media muchos, muchísimos años más que cualquier persona en generaciones pasadas.

Sin duda es una excelente noticia porque bien aprovechados, estos años de más pueden ser maravillosos y permitirnos cumplir todos nuestros sueños, disfrutando al máximo de este tiempo de más que se nos está dando.

Pero hay un pero. Y no es menor. Cada vez vivimos más tiempo pero más enfermos..., lo que puede convertir estos años soñados en una auténtica pesadilla.

Lo más curioso de este “pero” es que la gran mayoría de enfermedades crónicas no transmisibles que aquejan la vejez son producto de unos malos hábitos de vida.

Y esto es algo que, lógicamente, podemos cambiar. Sin embargo, poca gente lo consigue. 

Veamos por qué.

¿Qué nos impide cambiar de hábitos de vida?

Son muchas las razones por las que puede ser difícil cambiar los hábitos de vida a medida que envejecemos, si bien podemos categorizarlas en 4 grandes áreas.

Área Física

Se trata de una “pescadilla que se muerde la cola”. Si envejecemos con malos hábitos de vida, nuestros niveles de energía son mínimos dificultando que empecemos a tener un mayor nivel de movimiento físico. 

Esto implica que la normal disminución en la fuerza muscular, flexibilidad y resistencia, hacen que sea más difícil hacer ejercicio o llevar a cabo actividades físicas. 

Por otra parte, nuestros genes juegan un papel, no menor. Los hábitos que ahora se consideran poco saludables alguna vez fueron necesarios para nuestra supervivencia. 

Hace miles de años, nuestros antepasados eran cazadores-recolectores y obtener comida era algo que consumía mucha energía y tiempo, de manera que cuando estaba disponible (teniendo en cuenta que no había eficaces métodos de conservación) se consumía todo lo posible… Por ello es totalmente normal que nos “cueste” cuidar qué comemos y primamos aquellos alimentos más calóricos e hiperpalatables posibles (circunstancia que la industria de la alimentación aprovecha al máximo).

En esta misma línea, la quema de calorías se reservaba para actividades necesarias para la supervivencia. Hace 100.000 años nadie hacía calistenia en un parque o se iba a un gimnasio.., priorizando el descanso frente a una actividad física que venía “predefinida” por nuestro estilo de vida. Hoy nuestro estilo de vida de base es el sedentarismo…

Área Mental

Nuestro cerebro es el órgano que más energía consume y por ello está diseñado para trabajar en modo de “ahorro de energía”. ¿Qué significa esto? Que siempre priorizará la información y las conductas conocidas y consolidadas sobre nuevas propuestas dando como resultado que conforme envejecemos (y tenemos más rutas neuronales muy consolidadas) tenemos menos flexibilidad y capacidad de adaptación. 

Así, a más años, más apegados estamos a nuestros patrones de comportamiento y rutinas establecidas, dificultando el aprendizaje de nuevas habilidades o costumbres.

Por otra parte, es importante tener en cuenta que cambiar los hábitos de vida es difícil para todas las edades, no solo para las personas mayores. Requiere tiempo, esfuerzo y determinación y, a menudo, se necesita ayuda para conseguirlo (ver el último apartado). 

Área Social / Cultural 

Las expectativas y los valores culturales y sociales de nuestro entorno influyen en la forma en que las personas de más edad se ven a sí mismas y a sus capacidades. 

En nuestra sociedad se “espera” que conforme envejecemos nos vayamos “apagando” y retirando de la vida activa. Así, es posible que tengamos menos interacciones sociales, lo que dificulta la implementación de nuevos hábitos que requieran la participación de otras personas o bien encontrar modelos donde inspirarnos.

En este sentido, se carece de ejemplos que puedan ser emulados o admirados. Si realizamos una búsqueda en las redes sociales encontraremos muy pocas personas de más de 50 años divulgando sobre hábitos saludables. Y, los que lo hacen, han tenido hábitos saludables durante toda su vida de manera que tampoco son un ejemplo válido.

Se necesitan más personas que divulguen cómo cambiar de hábitos de vida siendo mayor, obeso o con problemas de insomnio

Por otra parte, vivimos en un entorno que no facilita en absoluto mantener hábitos saludables: comida ultraprocesada muy a mano en cualquier contexto, facilidad de transporte (coche, bus, etc.) o de carga (mensajería a domicilio con la compra), etc. Y a esta circunstancia le podemos sumar que cambiar de hábitos “solo”, sin la compañía de las personas que te rodean, es aún más difícil.

Seguro que no sólo me pasa a mí, pero siempre tengo la determinación de comer menos dulces…. hasta que llego a mi casa y alguien ha comprado algo que es realmente muy difícil de rechazar… La tentación está en el entorno y es algo complejo de gestionar.

Área económica

Mantenerse sano, a la larga, es mucho más económico que estar enfermo y demanda muchísimos menos recursos a largo plazo.

Sin embargo, llevar a cabo ciertas actividades (como la práctica de algún deporte en concreto) o adquirir nuevos hábitos (como comprar y cocinar comida real) pueden suponer un esfuerzo económico que algunas personas no pueden enfrentar con comodidad.

Pero la clave está en saber elegir.

En el caso del deporte, es fácil encontrar alguna alternativa donde no se requiera equipamiento alguno (sin ir más lejos, la calistenia está al alcance de cualquiera en el parque más cercano).

En relación a la comida, la adquisición de “materia prima” saludable y económica es posible (comprar frutas y verduras de temporada, priorizar legumbres, etc.) si bien será preciso dedicar tiempo a aprender a cocinar y planificar las comidas.

Recursos para cambiar hábitos de vida

Modificar u optimizar unos (malos) hábitos de vida que llevamos años construyendo y consolidando no es tarea sencilla ni rápida. 

Requiere determinación, fuerza de voluntad, motivación, disciplina, información de valor… y saber que no es un proceso inmediato y, de hecho, pueden se tardar años en optimizar nuestros hábitos.

En Actiage nos hemos propuesto facilitar al máximo esta tarea, de manera que os dejamos todas estas opciones por si sirven de ayuda.

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Ideas clave

  • Cada vez vivimos más tiempo pero más enfermos..., lo que puede convertir estos años soñados en una auténtica pesadilla.
  • Lo más curioso de este “pero” es que la gran mayoría de enfermedades crónicas no transmisibles que aquejan la vejez son producto de unos malos hábitos de vida.
  • Y esto es algo que, lógicamente, podemos cambiar. Sin embargo, poca gente lo consigue. Veamos por qué.
  • Son muchas las razones por las que puede ser difícil cambiar los hábitos de vida a medida que envejecemos, si bien podemos categorizarlas en 4 grandes áreas.
  • Área Física: Se trata de una “pescadilla que se muerde la cola”. Si envejecemos con malos hábitos de vida, nuestros niveles de energía son mínimos dificultando que empecemos a tener un mayor nivel de movimiento físico. Por otra parte, nuestros genes juegan un papel, no menor. Los hábitos que ahora se consideran poco saludables alguna vez fueron necesarios para nuestra supervivencia, como acumular comida cuando se tenía a mano. 
  • En esta misma línea, la quema de calorías se reservaba para actividades necesarias para la supervivencia. Hace 100.000 años nadie hacía calistenia en un parque o se iba a un gimnasio.., priorizando el descanso frente a una actividad física que venía “predefinida” por nuestro estilo de vida. Hoy nuestro estilo de vida de base es el sedentarismo…
  • Área Mental: Nuestro cerebro es el órgano que más energía consume y por ello está diseñado para trabajar en modo de “ahorro de energía”. ¿Qué significa esto? Que siempre priorizará la información y las conductas conocidas y consolidadas sobre nuevas propuestas dando como resultado que conforme envejecemos (y tenemos más rutas neuronales muy consolidadas) tenemos menos flexibilidad y capacidad de adaptación. 
  • Así, a más años, más apegados estamos a nuestros patrones de comportamiento y rutinas establecidas, dificultando el aprendizaje de nuevas habilidades o costumbres.
  • Área Social / Cultural. Las expectativas y los valores culturales y sociales de nuestro entorno influyen en la forma en que las personas de más edad se ven a sí mismas y a sus capacidades. 
  • En nuestra sociedad se “espera” que conforme envejecemos nos vayamos “apagando” y retirando de la vida activa. Así, es posible que tengamos menos interacciones sociales, lo que dificulta la implementación de nuevos hábitos que requieran la participación de otras personas o bien encontrar modelos donde inspirarnos.
  • En este sentido, se carece de ejemplos que puedan ser emulados o admirados. Si realizamos una búsqueda en las redes sociales encontraremos muy pocas personas de más de 50 años divulgando sobre hábitos saludables. Y, los que lo hacen, han tenido hábitos saludables durante toda su vida de manera que tampoco son un ejemplo válido.
  • Por otra parte, vivimos en un entorno que no facilita en absoluto mantener hábitos saludables: comida ultraprocesada muy a mano en cualquier contexto, facilidad de transporte (coche, bus, etc.) o de carga (mensajería a domicilio con la compra), etc. Y a esta circunstancia le podemos sumar que cambiar de hábitos “solo”, sin la compañía de las personas que te rodean, es aún más difícil.
  • Área económica. Mantenerse sano, a la larga, es mucho más económico que estar enfermo y demanda muchísimos menos recursos a largo plazo. Sin embargo, llevar a cabo ciertas actividades (como la práctica de algún deporte en concreto) o adquirir nuevos hábitos (como comprar y cocinar comida real) pueden suponer un esfuerzo económico que algunas personas no pueden enfrentar con comodidad. Pero la clave está en saber elegir.
  • Modificar u optimizar unos (malos) hábitos de vida que llevamos años construyendo y consolidando no es tarea sencilla ni rápida. 
  • Requiere determinación, fuerza de voluntad, motivación, disciplina, información de valor… y saber que no es un proceso inmediato y, de hecho, pueden se tardar años en optimizar nuestros hábitos.
  • En Actiage contamos con muchos recursos que pueden ayudarte a conseguirlo.

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