10 hábitos cotidianos relacionados con el movimiento que pueden dañar nuestra salud sin que lo sepamos
El movimiento físico no es un complemento opcional de la salud: es un regulador central del metabolismo, la inflamación, la función cerebral y la autonomía funcional. No obstante, muchos adultos activos siguen expuestos a riesgos relevantes porque su forma de moverse es incompleta, mal distribuida o mal recuperada. Descubre diez errores frecuentes relacionados con el movimiento y su impacto fisiológico y evítalos para vivir más y con más salud.
Índice
- 1. Sedentarismo prolongado
- 2. Solo cardio sin entrenamiento de fuerza
- 3. Falta de ejercicios de equilibrio y movilidad
- 4. Ejercicio intenso siempre por la tarde o noche
- 5. No integrar actividad física diaria fuera del ejercicio puntual (NEAT)
- 6. Ignorar pausas activas durante el trabajo sentado
- 7. Evitar caminatas suaves y prolongadas
- 8. No entrenar fuerza en rangos funcionales
- 9. Falta de variabilidad en el movimiento
- 10. Ejercicio extenuante sin pautas de recuperación
1. Sedentarismo prolongado
Permanecer sentado durante largos periodos, incluso en personas que hacen ejercicio regularmente, se asocia a mayor riesgo de resistencia a la insulina, inflamación sistémica y enfermedad cardiovascular. El músculo inactivo reduce la captación de glucosa y la actividad de enzimas lipolíticas, favoreciendo dislipidemia y aumento de grasa visceral.
Estudios observacionales muestran que el sedentarismo prolongado es un factor de riesgo independiente, no compensado completamente por una hora diaria de ejercicio estructurado. Asimismo, muestran que altos niveles de tiempo sentado se vinculan con pérdida de masa muscular y mayor riesgo de sarcopenia independiente de la actividad física general.
El cuerpo humano está diseñado para alternar reposo y movimiento frecuente, no para la inmovilidad sostenida. Estar sentado seguido más de 6 horas es muy perjudicial para la salud así que, si trabajas sentado, haz pausas y muévete cada hora.
2. Solo cardio sin entrenamiento de fuerza
El ejercicio cardiovascular es beneficioso, pero cuando se practica de forma exclusiva puede acelerar la pérdida de masa muscular (sarcopenia), especialmente a partir de la mediana edad. El músculo es un órgano metabólico clave: regula la glucosa, el gasto energético basal y la función mitocondrial.
Sin estímulo de fuerza, disminuye la densidad mitocondrial y el metabolismo basal, lo que facilita el aumento de grasa y la fragilidad con los años. La evidencia respalda que el entrenamiento de fuerza mejora longevidad funcional, sensibilidad a la insulina y salud ósea.
3. Falta de ejercicios de equilibrio y movilidad
El equilibrio, la coordinación y la movilidad articular suelen ignorarse hasta que aparecen las caídas. Sin embargo, la pérdida progresiva de estas capacidades aumenta el riesgo de fracturas, dependencia funcional y deterioro acelerado en la edad avanzada.
El entrenamiento del equilibrio estimula la integración neuromuscular y el sistema vestibular, mientras que la movilidad preserva rangos articulares y previene rigidez.
Los programas de ejercicio que desafían el equilibrio reducen significativamente las caídas en adultos mayores. Programas que combinan fuerza y equilibrio muestran efectos más grandes.
4. Ejercicio intenso siempre por la tarde o noche
El ejercicio intenso a última hora del día puede interferir con los ritmos circadianos, elevando cortisol y temperatura corporal cuando el organismo debería iniciar procesos de recuperación. Esto puede deteriorar la calidad del sueño, reducir la secreción de melatonina y afectar la reparación muscular.
Aunque el movimiento suave nocturno es beneficioso, las sesiones extenuantes se asocian en algunas personas con insomnio, fatiga acumulada y peor adaptación al entrenamiento.
El cronotipo y el momento del ejercicio influyen en la respuesta metabólica, y entrenar siempre tarde puede alterar ritmos circadianos y la recuperación, aunque el efecto depende de múltiples factores individuales (edad, estado metabólico, cronotipo).
5. No integrar actividad física diaria fuera del ejercicio puntual (NEAT)
El gasto energético diario depende en gran medida del NEAT (Non-Exercise Activity Thermogenesis): caminar, subir escaleras, moverse en casa o en el trabajo. Una persona puede entrenar una hora y pasar el resto del día inmóvil, anulando gran parte del beneficio metabólico.
El NEAT mejora la sensibilidad a la insulina, la circulación y el gasto calórico sostenido. La evidencia muestra que pequeños movimientos repetidos a lo largo del día tienen un impacto acumulativo relevante en la salud cardiometabólica.
6. Ignorar pausas activas durante el trabajo sentado
Trabajar sentado sin pausas reduce el retorno venoso, enlentece el metabolismo muscular y favorece fatiga, rigidez cervical y adormecimiento de extremidades. Incluso pausas breves de 2–5 minutos cada 30–60 minutos mejoran la glucemia postprandial y la circulación periférica.
Las pausas activas no son un lujo ergonómico, sino una intervención metabólica simple y eficaz.
Interrumpir periodos prolongados de sedentarismo con pausas activas incrementa marcadores de salud metabólica y reduce efectos negativos del sedentarismo prolongado, aunque la evidencia específica a largo plazo aún es emergente.
7. Evitar caminatas suaves y prolongadas
Las caminatas a baja intensidad y larga duración estimulan la circulación, el metabolismo lipídico y el sistema parasimpático. Aunque no generan grandes adaptaciones cardiovasculares, son fundamentales para la salud vascular, el control del estrés y la recuperación activa.
Además, caminar regularmente reduce presión arterial, mejora la función endotelial y actúa como intervención integrativa para la salud cardiovascular.
8. No entrenar fuerza en rangos funcionales
Entrenar fuerza sin transferirla a patrones reales —como levantarse del suelo, subir escaleras o cargar objetos— limita la autonomía diaria. La fuerza funcional es la que permite mantener independencia con el paso de los años.
Ejercicios multiarticulares y en rangos completos mejoran la coordinación intermuscular y reducen el riesgo de discapacidad.
9. Falta de variabilidad en el movimiento
Repetir siempre los mismos gestos limita la estimulación neuromuscular y la neuroplasticidad motora. El cerebro aprende y se adapta a través de la diversidad de estímulos.
La variabilidad del movimiento reduce lesiones por sobreuso, mejora la coordinación y mantiene la capacidad de adaptación física, clave para el envejecimiento saludable.
La variabilidad de movimiento (diferentes tipos de estímulos motrices) se relaciona con mejor adaptación neuromuscular y mantenimiento de capacidades motoras, reduciendo riesgo de lesiones por uso repetitivo (evidencia fisiológica emergente).
10. Ejercicio extenuante sin pautas de recuperación
El entrenamiento intenso sin descanso adecuado eleva el cortisol de forma crónica, favorece inflamación persistente y aumenta el riesgo de lesiones. La recuperación —sueño, días suaves, movilidad— es donde ocurre la adaptación fisiológica.
Más ejercicio no siempre es mejor: el equilibrio entre estímulo y recuperación determina los beneficios reales del movimiento.
Moverse bien no es solo entrenar duro, sino moverse a lo largo del día, en múltiples formas, con intención y recuperación adecuada. El movimiento es una herramienta preventiva poderosa frente a fragilidad, enfermedad metabólica y pérdida de autonomía. Integrarlo de manera inteligente es uno de los pilares más sólidos de la salud a largo plazo.
Ideas clave
- No se trata solo de entrenar, sino de moverse bien y todo el día.
- Muchos adultos hacen ejercicio pero cometen errores que reducen sus beneficios.
- Evita estos 10 hábitos: Sedentarismo prolongado: estar sentado >6 h/día aumenta riesgo metabólico, inflamación y pérdida muscular.
- Solo cardio: sin fuerza, pierdes músculo y metabolismo basal. Ignorar equilibrio y movilidad: aumenta riesgo de caídas y fragilidad.
- Ejercicio intenso siempre de noche: puede afectar sueño y recuperación.
- No moverse fuera del entrenamiento: caminar, subir escaleras y moverse todo el día (NEAT) es vital.
- Olvidar pausas activas: interrumpe sedentarismo para mejorar circulación y metabolismo.
- Evitar caminatas suaves: mejoran circulación, estrés y salud cardiovascular.
- No entrenar fuerza funcional: fortalece movimientos que usamos en la vida diaria.
- Siempre los mismos ejercicios: variar movimientos estimula músculos y cerebro.
- No recuperar tras ejercicio intenso: descanso y movilidad son clave para adaptación y evitar lesiones.
Enfermedades relacionadas
Fuente:
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