Nervio vago y salud: su rol crucial en el sistema nervioso autónomo
El cuerpo humano funciona gracias a la acción coordinada de diferentes sistemas, y entre ellos destaca el sistema nervioso autónomo, compuesto por dos ramas principales: el sistema simpático y el sistema parasimpático. Estos desempeñan un papel crucial en la regulación de nuestras funciones vitales y mantenerlos en equilibrio es fundamental para asegurar nuestra salud y longevidad.
Índice
- ¿Qué es el sistema nervioso autónomo y cuáles son sus partes?
- ¿Qué es el nervio vago y cómo se relaciona con el sistema parasimpático?
- ¿Qué sucede cuando el nervio vago y el sistema parasimpático están desregulados?
- ¿Cómo regular óptimamente el nervio vago?
- Otras maneras de optimizar el sistema parasimpático
¿Qué es el sistema nervioso autónomo y cuáles son sus partes?
El sistema nervioso autónomo (SNA) es una parte del sistema nervioso periférico que regula funciones corporales involuntarias y esenciales para la vida, como la frecuencia cardíaca, la respiración, la digestión y la temperatura corporal. Estas funciones son controladas de manera automática, sin intervención consciente de cada persona.
Este sistema está dividido en dos ramas que trabajan de manera complementaria:
• El sistema simpático actúa como el acelerador del cuerpo. Se activa en situaciones de estrés o peligro, desencadenando la respuesta de “pelea o huida” (fight or flight). En este estado, se liberan hormonas como la adrenalina y el cortisol, que aumentan la frecuencia cardíaca (hasta un 50% o más en situaciones extremas), dilatan las pupilas para mejorar la visión y redirigen el flujo sanguíneo hacia los músculos y órganos esenciales para la supervivencia.
• El sistema parasimpático, en cambio, es el freno del cuerpo. Promueve la relajación, la regeneración y el mantenimiento de funciones básicas como la digestión, el estado de ánimo, la respuesta inmune y el almacenamiento de energía. Este sistema disminuye la frecuencia cardíaca, reduce la presión arterial y estimula procesos como la secreción de jugos digestivos y la motilidad intestinal.
Ambos sistemas no solo trabajan de manera opuesta, sino también en conjunto. Por ejemplo, tras un evento estresante donde predomina el simpático, el parasimpático entra en acción para devolver el cuerpo a un estado de equilibrio (homeostasis). Este equilibrio es fundamental para una salud óptima. Si uno de los sistemas predomina de manera crónica (hiperactividad simpática o insuficiencia parasimpática), pueden surgir trastornos físicos y mentales.
¿Qué es el nervio vago y cómo se relaciona con el sistema parasimpático?
El nervio vago es el nervio más largo del cuerpo humano y un componente esencial del sistema parasimpático. Es un nervio mixto compuesto por un 80% de fibras aferentes y un 20% de fibras eferentes. Las fibras aferentes son neuronas sensoriales que transportan información desde los órganos sensoriales y tejidos del cuerpo hacia el sistema nervioso central (SNC). Transmiten señales sensoriales, como dolor, temperatura, tacto, presión, propiocepción. Mientras que las fibras eferentes son neuronas motoras que transmiten información desde el SNC hacia los músculos y glándulas del cuerpo, controlando respuestas motoras.
Se extiende desde el tronco cerebral hasta órganos clave como el corazón, los pulmones y el tracto gastrointestinal, transmitiendo información bidireccional entre el cerebro y el cuerpo. Forma parte del eje-intestino-cerebro y envía información sobre el estado de los órganos internos al cerebro a través de fibras aferentes.
El nervio vago regula funciones vitales como la frecuencia cardíaca, la respiración y la digestión. Además, está implicado en la modulación de la inflamación a través del reflejo inflamatorio, un mecanismo que ayuda a mantener la respuesta inmunitaria bajo control. Su correcta activación está asociada con un estado de calma y bienestar, mientras que su disfunción puede generar desequilibrios que afectan tanto la salud física como mental.
Existe evidencia preliminar de que la estimulación del nervio vago es un tratamiento complementario prometedor para la depresión, el trastorno de estrés postraumático y la enfermedad inflamatoria intestinal. Los tratamientos dirigidos al nervio vago aumentan el tono vagal e inhiben la producción de citoquinas. Ambos son mecanismos importantes de resiliencia.
Se ha descrito un tono vagal bajo en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal y síndrome irritable, favoreciendo así la inflamación periférica. Dirigirse al nervio vago, por ejemplo mediante la estimulación, que tiene propiedades antiinflamatorias, sería interesante para restaurar la homeostasis en el eje microbiota-intestino-cerebro.
La estimulación de las fibras aferentes vagales en el intestino influye en los sistemas cerebrales monoaminérgicos del tronco encefálico que desempeñan funciones cruciales en las principales afecciones psiquiátricas, como los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad. Además, existe evidencia preliminar de que las bacterias intestinales tienen efectos beneficiosos sobre el estado de ánimo y la ansiedad, en parte al afectar la actividad del nervio vago. Dado que el tono vagal se correlaciona con la capacidad de regular las respuestas al estrés y puede verse influenciado por la respiración, su aumento a través de la meditación y el yoga probablemente contribuya a la resiliencia y a la mitigación del estado de ánimo y los síntomas de ansiedad.
¿Qué sucede cuando el nervio vago y el sistema parasimpático están desregulados?
La desregulación del nervio vago y el sistema nervioso parasimpático puede tener efectos significativos en el cuerpo, ya que ambos desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la homeostasis y el funcionamiento de órganos esenciales.
Cuando el nervio vago no funciona adecuadamente, puede presentarse lo que se conoce como baja "tonicidad vagal". Esto está asociado con una insuficiencia del sistema parasimpático para contrarrestar los efectos del sistema simpático, lo que puede llevar a:
- Estrés crónico y ansiedad: la falta de regulación parasimpática perpetúa estados de alerta elevados, dificultando la relajación.
- Problemas digestivos: como hemos visto, el tono vagal bajo puede causar problemas como el síndrome del intestino irritable y otros trastornos funcionales debido a una motilidad intestinal alterada como dispepsia o indigestión o alteración del microbioma.
- Aumento de la inflamación sistémica: la desregulación vagal puede contribuir a procesos inflamatorios crónicos que están implicados en enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y trastornos autoinmunes.
- Disminución de la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV): un marcador de salud autonómica que predice una mayor vulnerabilidad al estrés y menor resiliencia.
- Problemas cardiovasculares como bradicardia o taquicardia. Una actividad vagal alterada también puede dificultar el control de la presión arterial y causar hipotensión o hipertensión.
- Problemas respiratorios, principalmente apnea del sueño o problemas para respirar.
- Trastornos neurológicos como mareo, síncope, problemas de memoria y concentración.
- Disfunción eréctil en hombres.
¿Cómo regular óptimamente el nervio vago?
Los estudios muestran que la estimulación del nervio vago puede tratar diversos trastornos del estado de ánimo y digestivos. Existen muchas intervenciones que nos ayudan a regular el nervio vago, manteniéndolo en óptimas condiciones:
1. Respiración diafragmática lenta: inhalar profundamente y exhalar de manera prolongada activa el nervio vago, reduciendo el estrés en minutos (Sakakibara et al., 2013).
2. Meditación y mindfulness: estas prácticas ayudan a mejorar la actividad vagal tras semanas de práctica regular. En estudios, los participantes mostraron un aumento del 10-15% en la variabilidad de la frecuencia cardíaca (Tang et al., 2009).
3. Estimación eléctrica transcutánea del nervio vago (tVNS): un método médico que utiliza dispositivos especializados para estimular el nervio vago. Puede ser efectivo en condiciones como la depresión resistente a tratamientos, con resultados en un periodo de semanas (Yuan & Silberstein, 2016).
En la década de 1990, con el éxito de varios ensayos clínicos iniciales, la estimulación del nervio vago fue aprobada para el tratamiento de la epilepsia refractaria y, más tarde, para la depresión refractaria. Hasta la fecha, se están desarrollando varios dispositivos de estimulación eléctrica novedosos diseñados para automatizar el control de las convulsiones y para su uso en insuficiencia cardíaca. Los dispositivos transcutáneos no invasivos, que estimulan el nervio vago auricular o el nervio vago carotídeo, también se están sometiendo a ensayos clínicos para el tratamiento de la epilepsia, el dolor, la cefalea y otros problemas.
4. Ejercicio físico moderado: actividades como caminar a paso ligero o yoga favorecen la tonicidad vagal tras varias semanas de realizarlas con regularidad. Por ejemplo, el yoga puede reducir la frecuencia cardíaca en reposo en un 5-10%.
5. Estilo de vida saludable: mantener una dieta rica en fibra para mejorar el microbioma intestinal. Dormir lo suficiente y evitar factores de estrés crónico
Otras maneras de optimizar el sistema parasimpático
Más allá de mantener el equilibrio del nervio vago, existen otras estrategias para potenciar el sistema parasimpático y así mejorar la homeostasis de nuestro organismo, mejorando nuestra salud:
- Masajes y terapias manuales como acupuntura o reflexología: pueden reducir la actividad simpática y aumentar la parasimpática al liberar tensión muscular y mejorar la circulación. Los masajes regulares pueden disminuir los niveles de cortisol hasta en un 31%.
- Baños de agua tibia: este tipo de terapia relaja el sistema nervioso y fomenta la activación parasimpática, disminuyendo la tensión muscular y promoviendo un sueño reparador. También puedes hacer duchas alternando agua tibia y fría para estimular la actividad vagal.
- Contacto social positivo: las relaciones interpersonales saludables, como abrazos y conversaciones significativas, también activan el sistema parasimpático mediante la liberación de oxitocina (Keltner et al., 2014). Estudios muestran que un simple abrazo puede reducir la frecuencia cardíaca en hasta un 5%.
- Sueño regular: el sueño adecuado permite que el sistema parasimpático repare y regenere el cuerpo. Establece horarios regulares de sueño.
- Alimentación saludable: una dieta equilibrada favorece un intestino sano, que está estrechamente conectado al sistema parasimpático a través del nervio vago. Alimentos recomendados: probióticos y prebióticos (yogur, kéfir, alimentos fermentados); alimentos ricos en omega-3 (pescados grasos, nueces); frutas y verduras ricas en antioxidantes. Evita los azúcares refinados y los alimentos ultraprocesados.
- Escuchar música relajante estimula la actividad vagal. Opta por música clásica, sonidos de la naturaleza o frecuencias binaurales.
- Contacto con la naturaleza: pasar tiempo al aire libre reduce el estrés y aumenta la actividad parasimpática. Dedica al menos 20 minutos al día a caminar en parques, bosques o cerca de cuerpos de agua.
- Estimulación vagal directa: existen ejercicios específicos que pueden estimular directamente el nervio vago, como hacer gárgaras con agua tibia, tararear o cantar con un tono profundo.
Ideas clave
- El sistema nervioso autónomo (SNA) regula funciones corporales involuntarias esenciales como frecuencia cardíaca, respiración, digestión y temperatura.
- Se divide en dos ramas: Simpático: Actúa en situaciones de estrés, activando la respuesta de “pelea o huida” mediante hormonas como adrenalina, aumentando frecuencia cardíaca y dilatando pupilas.
- Parasimpático: Promueve la relajación y regeneración, disminuyendo frecuencia cardíaca y favoreciendo funciones digestivas.
- El nervio vago, componente clave del parasimpático, conecta el cerebro con órganos vitales, regula funciones esenciales y modula inflamación.
- Su activación favorece la calma y el bienestar, mientras que su disfunción puede causar estrés crónico, problemas digestivos, inflamación y otros trastornos.
- Para regular el nervio vago y el sistema parasimpático se recomienda: respiración diafragmática, meditación y yoga. Estimulación eléctrica transcutánea (tVNS). Estilo de vida saludable: ejercicio moderado, dieta rica en fibra, sueño adecuado.
- Otras estrategias: masajes, baños relajantes, contacto social positivo, música relajante y conexión con la naturaleza.
- Estas prácticas ayudan a mantener la homeostasis, mejorando la salud física y mental.
Fuente:
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