El envejecimiento cerebral atraviesa tres edades críticas
Un reciente estudio mostró que se producen cambios significativos en el cerebro a las edades de 57, 70 y 78 años, lo que permite identificar momentos clave en los que se pueden llevar a cabo intervenciones concretas que ayuden a evitar el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
Índice
- ¿Cómo afecta el envejecimiento al cerebro?
- El envejecimiento del cerebro no es lineal
- ¿Cómo proteger nuestro cerebro del envejecimiento?
¿Cómo afecta el envejecimiento al cerebro?
Se espera que la población mundial que envejece supere los 1.500 millones de personas de 65 años o más para 2050, lo que pone de relieve la necesidad urgente de abordar los desafíos asociados al envejecimiento.
El envejecimiento altera la homeostasis y la resiliencia del cerebro, lo que conduce a un deterioro funcional, anomalías estructurales y un mayor riesgo de sufrir trastornos neurodegenerativos, como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.
A pesar de su prevalencia, las terapias efectivas para estas condiciones siguen siendo limitadas, lo que enfatiza la importancia de la identificación e intervención tempranas. Los biomarcadores, incluidos los rasgos de imagen y las características histológicas, ofrecen información sobre el envejecimiento cerebral, pero carecen de profundidad molecular.
Es esencial realizar más investigaciones para identificar cambios proteómicos dinámicos del plasma, descubrir mecanismos y guiar las intervenciones para conseguir detectar cuanto antes estas enfermedades y así retrasar su avance ya que, como hemos dicho, por el momento no hay cura definitiva para ninguna de las dos.
El envejecimiento del cerebro no es lineal
Un reciente estudio descubrió cambios proteómicos plasmáticos ondulantes a lo largo del envejecimiento cerebral, con picos distintos a las edades de 57, 70 y 78 años, destacando cambios dinámicos en las vías biológicas, incluido el metabolismo y las respuestas inmunes.
El estudio utilizó datos del Biobanco del Reino Unido, una cohorte a gran escala de más de 500.000 participantes en 22 centros de evaluación del Reino Unido. Las características demográficas, biológicas y físicas de los participantes se registraron en el momento del reclutamiento y todos se registraron en el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.
Los datos de imágenes cerebrales se recopilaron utilizando escáneres Siemens Skyra 3T aproximadamente cuatro años después del reclutamiento.
Se analizaron datos de proteómica plasmática de más de 2.900 proteínas utilizando muestras recolectadas en el momento del reclutamiento. Los análisis de enriquecimiento funcional destacaron procesos biológicos relevantes para la salud del cerebro. Las visitas repetidas de imágenes validaron seis proteínas clave, lo que fortaleció la confiabilidad de los hallazgos. La aleatorización mendeliana estableció aún más vínculos causales entre proteínas clave y el envejecimiento cerebral.
El análisis de asociación de todo el proteoma identificó 13 proteínas plasmáticas significativamente asociadas con BAG (Brain Age Gap), una medida del envejecimiento cerebral. Estas proteínas exhibieron diversas funciones, algunas de las cuales se asociaron positivamente con BAG, como el factor de diferenciación de crecimiento 15 (GDF15) y la proteína ácida fibrilar glial (GFAP), que indican procesos relacionados con el estrés, mientras que otras como Brevican (BCAN) y Kallikrein-6 (KLK6)) se correlacionaron negativamente, lo que sugiere su papel en la regeneración y adhesión celular. BCAN surgió como un biomarcador prometedor, respaldado por la aleatorización mendeliana.
La validación con imágenes repetidas confirmó que seis proteínas estaban constantemente vinculadas a BAG, enfatizando su potencial como biomarcadores.
El perfil biológico reveló distintas funciones de las proteínas asociadas a BAG. Las proteínas asociadas positivamente se enriquecieron en vías como la señalización de la tirosina quinasa, vinculada al estrés celular, mientras que las proteínas asociadas negativamente se relacionaron con la regeneración de la proyección neuronal y las funciones sinápticas, destacando los mecanismos clave del envejecimiento.
Los análisis de expresión mostraron una localización diferencial de estas proteínas en las células cerebrales, con BCAN prominente en astrocitos y células progenitoras de oligodendrocitos. En particular, la expresión de BCAN se redujo en trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer, lo que refuerza aún más su importancia. Estos patrones se validaron aún más en conjuntos de datos de trastornos neurodegenerativos, lo que subraya la relevancia de las proteínas BAG, en particular BCAN, en el envejecimiento cerebral y afecciones como el Alzheimer.
Las proteínas BAG también demostraron asociaciones significativas con las estructuras y funciones del cerebro. BCAN y KLK6 mostraron correlaciones notables con los volúmenes corticales y las estructuras subcorticales, especialmente en regiones comúnmente afectadas por el envejecimiento y las enfermedades neurodegenerativas. Los análisis funcionales vincularon proteínas como GDF15 con el movimiento y los rasgos de salud mental, reforzando sus implicaciones más amplias para la salud del cerebro.
En resumen, se identificaron trece proteínas plasmáticas asociadas con el envejecimiento cerebral, y se validaron GDF15, BCAN, GFAP y KLK6 por sus funciones biológicas e implicaciones para la salud del cerebro. Se probaron las asociaciones causales entre estas proteínas y BAG, lo que sugiere que BCAN es un biomarcador candidato para el envejecimiento cerebral.
Los patrones ondulantes en las proteínas plasmáticas durante el envejecimiento cerebral revelaron cambios significativos a las edades de 57, 70 y 78 años, lo que ofrece momentos críticos para posibles intervenciones. Estas ondas corresponden a cambios en las vías biológicas, como los procesos metabólicos en edades más tempranas y las vías relacionadas con el sistema inmunológico en etapas posteriores. Las proteínas en estas ondas se asociaron con rasgos de salud cerebral, incluida la cognición, la salud mental y el movimiento, proporcionando una visión dinámica del envejecimiento cerebral.
El estudio destaca la importancia de enfoques personalizados para abordar el envejecimiento cerebral y los trastornos asociados.
¿Cómo proteger nuestro cerebro del envejecimiento?
Mientras se investiga más sobre estos picos de envejecimiento cerebral, conviene cuidar nuestro cerebro desde ya siguiendo estos consejos:
1. Mantén una dieta saludable rica en ácidos grasos omega-3, presentes en pescados como salmón y sardinas, que protege contra la inflamación y mejora la función cognitiva; antioxidantes, presentes en vitaminas C, E, y flavonoides, como frutas y verduras, combaten el estrés oxidativo; evita el exceso de azúcares y grasas trans que pueden contribuir a la inflamación y el deterioro neuronal.
2. Realiza actividad física regular. El ejercicio aeróbico mejora la circulación cerebral y promueve la neurogénesis (creación de nuevas neuronas). Mientras que el entrenamiento de resistencia fortalece las conexiones neuronales y mejora la memoria.
3. Estimula tu cerebro con actividades como leer, aprender un idioma o tocar un instrumento musical para fortalecer la plasticidad cerebral.
4. Prioriza el sueño de calidad. Durante el sueño profundo, el cerebro elimina toxinas como la beta-amiloide, asociada con el Alzheimer.
5. Evita el estrés. El estrés crónico libera cortisol, que puede dañar el hipocampo (centro de la memoria). Practica meditación, yoga o técnicas de relajación.
6. Socializa. Las interacciones sociales estimulan áreas del cerebro relacionadas con la cognición y previenen el aislamiento, que puede contribuir al deterioro mental.
7. Limita sustancias dañinas como el alcohol y tabaco, que pueden acelerar la neurodegeneración. Moderar o evitar su consumo es clave.
8. Toma complementos y sustancias protectoras como la huperzia A, que mejora la memoria y protege contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. El resveratrol, con efectos antioxidantes. El ginkgo biloba, que preserva una buena función cognitiva incluso con el declive de la edad y mejora el rendimiento cognitivo. La bacopa monieri, que ayuda a mejorar la concentración y la memoria. O la quercetina, que contribuye a la salud del sistema nervioso y del cerebro proporcionando un buen rendimiento y estado mental.
Ideas clave
- El envejecimiento cerebral, que afecta la estructura y función del cerebro, aumenta el riesgo de trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer y el Parkinson.
- Aunque las terapias son limitadas, investigaciones recientes revelan cambios proteómicos dinámicos en edades clave (57, 70 y 78 años), identificando proteínas plasmáticas asociadas con el envejecimiento cerebral, como BCAN, GDF15, GFAP y KLK6.
- Estas proteínas desempeñan funciones clave en el estrés celular, regeneración neuronal y adhesión celular, y podrían servir como biomarcadores prometedores.
- Se utilizaron datos de cohortes a gran escala, como el Biobanco del Reino Unido, para validar estas asociaciones y su impacto en la salud cerebral, incluidas estructuras y funciones cognitivas.
- Este enfoque destaca momentos críticos para posibles intervenciones personalizadas que aborden cambios metabólicos e inmunológicos en el envejecimiento.
- Cómo proteger el cerebro del envejecimiento: Dieta saludable: Rica en omega-3, antioxidantes y baja en azúcares y grasas trans.
- Ejercicio regular: Aeróbico y de resistencia para mejorar la neurogénesis y la memoria.
- Estimulación cognitiva: Leer, aprender un idioma o tocar instrumentos.
- Sueño de calidad: Favorece la eliminación de toxinas cerebrales.
- Reducción del estrés: Con meditación, yoga o técnicas de relajación.
- Interacción social: Previene el aislamiento y estimula la cognición.
- Evitar sustancias nocivas: Como el tabaco y el alcohol.
- Complementos protectores: Huperzina A, resveratrol, ginkgo biloba, bacopa monieri y quercetina.
Enfermedades relacionadas
Fuente:
- Liu, W., You, J., Chen, S., Zhang, Y., Feng, J., Xu, Y., Yu, J., & Cheng, W. (2024). Plasma proteomics identify biomarkers and undulating changes of brain aging. Nature Aging, 1-14. DOI: 10.1038/s43587-024-00753-6, https://www.nature.com/articles/s43587-024-00753-6