¿Por qué envejecemos? Tu cuerpo pierde su ‘objetivo’ después del desarrollo

¿Por qué envejecemos? Tu cuerpo pierde su ‘objetivo’ después del desarrollo

La clave de la longevidad podría no ser reparar daño, sino recuperar la ‘dirección’ de nuestro cuerpo. Una simulación evolutiva revela que el envejecimiento emerge de la pérdida de meta celular y, por lo tanto, que reactivando la dirección anatómica podríamos rejuvenecer.

Índice

Teorías del envejecimiento

El envejecimiento es un proceso casi universal que implica alteraciones morfológicas y funcionales a distintos niveles (células, tejidos, órganos) y eventualmente conduce a la muerte.

Las teorías predominantes del envejecimiento suelen agruparse en dos grandes tipos:

1. Teorías basadas en daño acumulativo, que postulan que el envejecimiento resulta de la acumulación de errores, daños en ADN, mitocondrias, proteínas, etc.

2. Teorías programáticas o semi-programáticas, que sostienen que ciertos procesos genéticos o de desarrollo preprogramados contribuyen al envejecimiento, como la pleiotropía antagonista o la hiperfunción.

Sin embargo, aún no hay un modelo computacional ampliamente aceptado que integre de forma multiescala la regulación anatómica, el mantenimiento morfológico y el proceso de envejecimiento. Este estudio propone una hipótesis alternativa: que el envejecimiento podría emerger como resultado de la pérdida de “objetivo anatómico” (goal-directedness) tras la fase de desarrollo, más que únicamente por daño acumulativo o programas degenerativos.

Para probar esta idea, los autores desarrollaron un modelo in silico basado en “Autómatas Celulares Neurales” (Neural Cellular Automata, NCA) entrenados evolutivamente para generar y luego mantener una morfología objetivo (un patrón celular determinado). Luego extendieron la simulación más allá del periodo de desarrollo para observar qué ocurre cuando no hay un objetivo explícito de mantenimiento (morphostasis) evolutivamente programado.

Hallazgos clave del estudio

Los resultados se pueden resumir en cinco grandes conclusiones que aportan una nueva perspectiva al envejecimiento:

1. El envejecimiento emerge tras el objetivo de desarrollo completado (ausencia de morphostasis a largo plazo)

  • En las simulaciones, tras la fase de desarrollo (donde el sistema alcanza su “morfología objetivo”), comienza un deterioro progresivo de la morfología aunque no haya introducido ruido, daño genético ni perturbaciones extra.
  • Esto sugiere que el envejecimiento no necesariamente requiere primariamente acumulación de daño o disfunción específica, sino que puede deberse a que el sistema ya no tiene una “meta” evolutiva de mantenimiento del cuerpo más allá del desarrollo. Los autores lo describen como una pérdida de “objetivo anatómico” (loss of goal-directedness).
  • Evolutivamente, esto tiene sentido: la selección natural favorece el desarrollo y la reproducción, pero ofrece poca presión para mantener el organismo indefinidamente después de que ya cumplió su función reproductiva.

2. Factores aceleradores vs. causa raíz

  • Si bien errores de diferenciación celular, disminución de la competencia celular, fallos en la comunicación intercelular o daño genético aceleran el envejecimiento en el modelo, los autores enfatizan que no son la causa primaria del inicio del proceso.
  • Esto significa que se puede tener un organismo “sin daño aparente” que aún envejece, simplemente porque no tiene un objetivo activo de mantenimiento. Los factores típicamente asociados con el envejecimiento aumentan su velocidad, no definen su inicio fundamental.

3. Dinámica de la información y firmas cuantitativas del envejecimiento

  • El estudio analiza la “dinámica de la información” del tejido simulado, midiendo métricas como Active Information Storage (AIS) y Transfer Entropy (TE), así como Spatial Entropy (SE) para capturar la pérdida de estructura morfológica vs. ruido morfológico.
  • Resultados: durante la fase de desarrollo, la AIS y TE disminuyen, pero al entrar en la fase de envejecimiento emergente, los valores de AIS y TE pueden aumentar o cambiar de comportamiento, indicando que las células empiezan a “actuar más” en su propio microestado, con menor dirección colectiva. En paralelo, la entropía espacial (SE) disminuye conforme la estructura se degrada y el patrón objetivo se pierde.
  • Esto respalda la idea de que el envejecimiento implica un cambio en el “grado de coordinación” del sistema: pasando de un régimen donde las células cooperan para alcanzar un objetivo morfológico definido, a un régimen donde pierden ese objetivo, generan más ruido interno, menos orden y menos “propósito”.

4. Potencial regenerativo latente (memoria anatómica dormida)

  • Aunque los órganos o estructuras se pierden en la simulación, los autores observaron que en la “tela” (tissue) simulada aún persistía información espacial (“memoria de estructuras perdidas”). Esto sugiere que el sistema conserva una huella de la morfología objetivo aun cuando ya no lo manifiesta activamente.
  • Al activar (“inyectar”) señales de regeneración que incluyen información sobre qué células fueron afectadas y cuáles son sus vecinas, se logró restaurar la morfología original de forma más eficiente. Esto pone de manifiesto que los sistemas biológicos podrían tener un “plan de mantenimiento” latente que simplemente no está activado después del desarrollo.

5. Estrategias óptimas para la rejuvenecimiento anatómico

  • La restauración o rejuvenecimiento fue más efectiva cuando la intervención no se limitó únicamente a las células dañadas, sino que incluyó también a las células vecinas y los patrones diferenciales del tejido circundante. Esto indica que, para regenerar correctamente, no basta con “reparar células aisladas”, sino reactivar un contexto de mantenimiento y comunicación tisular global.
  • Desde una perspectiva terapéutica, esto sugiere que intervenciones de longevidad podrían centrarse más en “dar un nuevo objetivo” al tejido —una meta de mantenimiento o regeneración— en lugar de exclusivamente reparar daños puntuales.

Implicaciones para la investigación de la longevidad y la medicina regenerativa

• Este modelo plantea una visión nueva del envejecimiento: no solo como acumulación de daño, sino como pérdida de objetivo funcional anatómico tras la fase de desarrollo. Esto cambia el foco desde solo reparar daño a reactivar competencias de mantenimiento/regeneración.

• Implica que los organismos que mantienen una alta capacidad de regeneración (por ejemplo, ciertos anfibios o planarias) podrían no envejecer en los mismos términos porque tienen activas metas de mantenimiento anatómico más allá del desarrollo. Los autores lo mencionan como una ruta hacia la “no-vejez” o menor senescencia.

• En términos prácticos para terapias de longevidad: podría ser más eficaz desarrollar estrategias que restablezcan o reprogramen el “objetivo” del tejido (por ejemplo, mediante señales bioeléctricas, modulación de la información celular, comunicación intercelular) para mantener la morfología en lugar de simplemente atacar daño o estrés oxidativo.

• También sugiere que los biomarcadores de envejecimiento podrían no derivar únicamente de daño acumulado, sino de cambios en la coordinación del tejido, en la información de mantenimiento, en la pérdida de “meta” anatómica.

• Finalmente, plantea un enfoque evolutivo: la razón por la que los organismos envejecen está ligada a que la selección natural no “programó” un mantenimiento a largo plazo ilimitado, sino que optimizó para desarrollo, reproducción y supervivencia temprana. Por tanto, la longevidad extrema requeriría cambiar el “contrato” evolutivo, dotando al organismo de nuevos objetivos post-reproductivos.

Limitaciones y consideraciones

• Es importante resaltar que este es un modelo computacional (in silico) con autómatas celulares neurales, lo que significa que, aunque la analogía es potente, no todos los procesos biológicos reales están representados o replicados. Los autores lo reconocen como una plataforma conceptual más que una prueba directa en humanos.

• Las señas de envejecimiento emergente en el modelo ocurren en ausencia de daño, lo cual señala a una posible causa raíz, pero no elimina la relevancia del daño, estrés, genética, estilo de vida, etc., en los organismos reales. Estas variables continúan siendo importantes como aceleradores o moduladores del envejecimiento.

• La traducción de “dar un nuevo objetivo al tejido” o reactivar metas de mantenimiento/reparación en humanos presenta enormes desafíos técnicos, éticos y biológicos que van más allá de lo que el modelo aborda.

• Aunque el estudio mide dinámicas de información (AIS, TE, SE), su interpretación debe considerarse con prudencia en el contexto biológico — la correspondencia entre estas métricas en el modelo y los procesos reales en células humanas aún requiere mayor validación empírica.

En resumen, este artículo propone que el envejecimiento puede entenderse —al menos en parte— como la caída de un sistema que ha cumplido su objetivo de desarrollo y ya no tiene un objetivo activo de mantenimiento anatómico. El organismo, por así decirlo, está “completo”, sin una meta evolutiva de mantener esa morfología de manera indefinida, lo que conduce a una degradación gradual aunque no haya daño explícito. Al mismo tiempo, hay evidencia de que los sistemas biológicos podrían conservar “memorías” morfológicas latentes, lo que abre la posibilidad de terapias de rejuvenecimiento que no solo reparen daño, sino que reactiven un objetivo de regeneración/mantenimiento. Esto ofrece una nueva lente para pensar en la longevidad: quizá la clave no sea solo eliminar el daño, sino devolver al cuerpo su sentido de propósito estructural y regenerativo.

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Ideas clave

  • El envejecimiento es un proceso que afecta células, tejidos y órganos, y puede explicarse mediante teorías de daño acumulativo (errores en ADN, proteínas y mitocondrias) o teorías programáticas (procesos genéticos preprogramados).
  • Un estudio reciente propone una visión alternativa: el envejecimiento podría surgir por la pérdida del “objetivo anatómico” tras la fase de desarrollo, más que por acumulación de daño.
  • Usando modelos computacionales de autómatas celulares neurales, los autores mostraron que una vez alcanzada la morfología objetivo, los sistemas comienzan a deteriorarse incluso sin daño, sugiriendo que la ausencia de un objetivo de mantenimiento es clave.
  • Hallazgos principales: El envejecimiento emerge tras completar el desarrollo por la pérdida de “meta” de mantenimiento. Factores como daño genético o errores celulares aceleran el proceso, pero no lo inician.
  • Cambios en la coordinación y la información del tejido reflejan la pérdida de estructura y propósito
  • . Existe una “memoria morfológica” latente que permite regeneración si se reactivan señales de mantenimiento.
  • Restaurar tejidos requiere intervenir tanto en células dañadas como en su entorno para reactivar el objetivo de mantenimiento.
  • Implicaciones: replantea la longevidad, sugiriendo que no basta con reparar daño; sería clave reactivar objetivos de mantenimiento y regeneración.
  • Esto explica por qué organismos con alta capacidad regenerativa envejecen menos y apunta a nuevas estrategias para terapias de rejuvenecimiento.
  • Limitaciones: el estudio es computacional y no reproduce todos los procesos biológicos reales; factores como genética, estilo de vida y estrés siguen siendo relevantes como aceleradores del envejecimiento.
  • En resumen, el envejecimiento podría ser visto como la degradación de un sistema que ya no tiene un propósito activo de mantenimiento, mientras que la activación de metas de regeneración podría abrir nuevas vías para prolongar la vida y la salud.

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Fuente:

Redacción: Irene García

Supervisión editorial: Carlos Gutiérrez

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