Estudiar alarga la esperanza de vida: si eres universitario puedes vivir hasta 5 años más

Estudiar alarga la esperanza de vida: si eres universitario puedes vivir hasta 5 años más

El proceso de envejecimiento del organismo está causado por 9 procesos fundamentales del cuerpo entre los que encontramos el acortamiento de los telómeros, la desregulación de la detección de nutrientes, la disfunción mitocondrial, etc. Sin embargo, esto no explica por qué unas personas envejecen y mueren antes que otras. La dieta o el estilo de vida están detrás de estas diferencias, pero también el nivel de estudios.

Índice

¿Por qué unas personas viven más que otras?

La genética es una parte muy pequeña del porqué unas personas envejecen y mueren antes que otras, ya que los factores externos, es decir, cómo vivimos y cómo nos cuidamos, son mucho más influyentes. Por eso, se sabe desde hace años que la alimentación, el ejercicio físico, el propósito de vida o las relaciones sociales pueden marcar de forma determinante nuestra esperanza de vida.

Y, por supuesto, también el nivel educativo ya que no solo es una variable indirecta de la situación socioeconómica, sino que también condiciona en gran medida los estilos de vida y las preferencias hacia la salud de los individuos, así como el uso de los recursos del sistema sociosanitario.

Esas desigualdades entre los que tienen estudios más altos y los que apenas si tienen estudios suponen una triple penalización de los menos instruidos en tres aspectos:

a) unas menores expectativas de vida

b) una mayor desigualdad en la edad a la muerte

c) una menor proporción de años con calidad de vida

Por lo tanto, los grupos con bajos niveles educativos gozan de menores expectativas de vida y peores condiciones de salud en relación con los más instruidos, una desigualdad que se debe reconocer y evitar.

Los universitarios pueden vivir hasta 5 años más

Según el estudio realizado por Amand Blanes y Sergi Trias-Llimós, investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), las personas con estudios universitarios pueden llegar a vivir hasta cinco años más que quienes dejan los estudios en Primaria.

En concreto, los hombres con estudios superiores tienen una esperanza de vida de 53,5 años pasados los 30 (es decir, hasta los 83,5 años), mientras que aquellos con educación básica viven de media 48,4 años pasada esa edad (hasta los 78,4 años, 5 años menos).

En el caso de las mujeres la brecha es algo menos acentuada, pero también considerable. Una mujer de 30 universitaria puede vivir hasta los 88 años, mientras que otra que solo ha estudiado la primaria tiene una esperanza de vida de 84,9. Es decir, un poco más de 3 años de diferencia.

Esto se explica, según los autores, porque “las desigualdades de vida media entre los hombres y las mujeres tienden a reducirse a medida que aumenta el nivel educativo, reflejando que los comportamientos y los factores de riesgo son más homogéneos entre la población más instruida”.

Mayor desigualdad en la edad a la muerte

La segunda penalización que sufre la población con niveles educativos bajos, especialmente la masculina, es una mayor desigualdad en la edad a la muerte, ya que a sus menores expectativas de vida se le añade una mayor dispersión de la edad a la defunción o, en otras palabras, más desigualdad en la supervivencia entre sus miembros.

Entre las personas con una educación superior, y en mujeres también en aquellas con estudios secundarios, las duraciones de la vida no sólo son en promedio más extensas, sino que también son más homogéneas, reflejando más equidad en la supervivencia. En España, la desigualdad interna entre la población con una educación primaria o inferior supera en un 27% en los hombres y en un 23% en las mujeres a la observada entre los que poseen estudios superiores.

Esto se debe a que muchos de estos decesos son evitables si se siguen políticas preventivas de salud, como realizarse chequeos periódicos o ciertas pruebas a partir de cierta edad, algo que las personas con pocos estudios apenas si hacen, ya sea por falta de conocimiento o de medios.

En España, en 2017-19, la mortalidad debida a causas evitables representó alrededor del 60-70% de las defunciones de 30 a 74 años tanto en los hombres como en las mujeres. En la población de 30 a 49 años la tasa de mortalidad por causas evitables de los que tenían menos estudios era 3,4 mayor en los hombres y 2,4 mayor en las mujeres que la de los que sí habían estudiado.

En general, las causas están relacionadas con los comportamientos y los estilos de vida (por ejemplo, el consumo de tabaco y/o alcohol) ya que de los 30 a los 49 años las principales causas de mortalidad evitables son cáncer de pulmón, enfermedades isquémicas o accidentes de tráfico en ambos sexos, además de los suicidios, accidentes y las muertes por consumo de alcohol o de drogas en los hombres, y las cerebrovasculares en las mujeres.

Mientras que en la población de 50 a 74 años se dan diferenciales significativos de mortalidad entre niveles educativos, entre otras causas, en las enfermedades isquémicas, en las cerebrovasculares y en el cáncer colorrectal en ambos sexos, además del cáncer de pulmón y de hígado en hombres, y de útero en mujeres.

Menor proporción de años con calidad de vida

Por último, los grupos con niveles educativos bajos sufren una tercera penalización derivada de una mayor prevalencia de condiciones de mala salud autopercibida y de limitaciones para el desempeño de actividades. En este caso, salen perdiendo las mujeres, ya que el número medio de años que pueden esperar vivir en buena o muy buena salud a partir de la edad 30 es de 29,5 años entre las menos instruidas y de 44,2 años entre las que tienen educación superior (más de 14 años de diferencia, un 50% más); mientras que esos valores son de 30,9 y de 41,0 años en los hombres (10 años de diferencia, un 33% más en los de estudios superiores).

Además, a partir de la edad 30, los hombres con menores niveles de educación tienen una expectativa de vida sin limitaciones 8 años inferior a la de los más instruidos, mientras que en las mujeres esa diferencia se aproxima a los 11 años.

Todas estas conclusiones muestran un problema que puede irse acrecentando y aumentando si no se hace nada, ya que estas desigualdades aumentarían y, por ejemplo, las mujeres con bajos niveles educativos sólo disfrutarían de buena o muy buena salud poco más de la mitad de los años que le restarían de vida a partir de su trigésimo aniversario, mientras que las de nivel educativo superior percibirían su salud como buena durante tres cuartas partes de su vida.

Y es que es cierto que las mujeres tienen una esperanza de vida mayor, es decir, viven más, pero lo hacen en peores condiciones de salud.

¿Qué debemos hacer?

Para que todos podamos vivir más años, y en las mejores condiciones de salud, es necesario hacer llegar a toda la población la información básica sobre salud y cuidado personal, especialmente en lo que se refiere a alimentación y vida activa.

También es importante lograr que todas las personas tengan acceso y conocimiento de las principales pruebas médicas que debemos hacernos desde los 40 o 45 años para detectar enfermedades graves lo antes posible.

Y, por supuesto, mejorar el acceso a la educación para que todos puedan acceder a los estudios superiores si así lo desean. Es un reto importante que puede disminuir las desigualdades entre “ricos” y “pobres”.

No obstante, los investigadores estiman que en los próximos años el envejecimiento de grupos de población más instruidos "jugará un papel positivo en los niveles agregados de salud y de mortalidad de la población". Veremos qué ocurre.

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Ideas clave

  • La genética es una parte muy pequeña del porqué unas personas envejecen y mueren antes que otras, ya que los factores externos, es decir, cómo vivimos y cómo nos cuidamos, son mucho más influyentes. Por eso, se sabe desde hace años que la alimentación, el ejercicio físico, el propósito de vida o las relaciones sociales pueden marcar de forma determinante nuestra esperanza de vida.
  • Y, por supuesto, también el nivel educativo ya que no solo es una variable indirecta de la situación socioeconómica, sino que también condiciona en gran medida los estilos de vida y las preferencias hacia la salud de los individuos, así como el uso de los recursos del sistema sociosanitario.
  • Según el estudio realizado por Amand Blanes y Sergi Trias-Llimós, investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), las personas con estudios universitarios pueden llegar a vivir hasta cinco años más que quienes abandonaron el sistema educativo en Primaria.
  • La segunda penalización que sufre la población con niveles educativos bajos, especialmente la masculina, es una mayor desigualdad en la edad a la muerte, ya que a sus menores expectativas de vida se le añade una mayor dispersión de la edad a la defunción o, en otras palabras, más desigualdad en la supervivencia entre sus miembros.
  • Por último, los grupos con niveles educativos bajos sufren una tercera penalización derivada de una mayor prevalencia de condiciones de mala salud autopercibida y de limitaciones para el desempeño de actividades. En este caso, salen perdiendo las mujeres, ya que el número medio de años que pueden esperar vivir en buena o muy buena salud a partir de la edad 30 es de 29,5 años entre las menos instruidas y de 44,2 años entre las que tienen educación superior (más de 14 años de diferencia, un 50% más); mientras que esos valores son de 30,9 y de 41,0 años en los hombres (10 años de diferencia, un 33% más en los de estudios superiores).
  • Para que todos podamos vivir más años, y en las mejores condiciones de salud, es necesario hacer llegar a toda la población la información básica sobre salud y cuidado personal, especialmente en lo que se refiere a alimentación y vida activa.

Enfermedades relacionadas

Fuente: Amand Blanes, Sergi Trias-Llimós, Vivir menos y con peor salud: el peaje de la población menos instruida en España, julio 2021, Perspectives Demografiques, https://ced.uab.cat/PD/PerspectivesDemografiques_024_ESP.pdf

Redacción: Irene García

Supervisión editorial: Tomás Duraj

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